La misión del padre Federico Gandolfi en Wau La misión del padre Federico Gandolfi en Wau 

Sudán del Sur, en la miseria la riqueza de la fe

En uno de los países más pobres del mundo, donde escasean los alimentos y el agua, en la pequeña misión del padre Federico Gandolfi en Bahr al-Ghazal occidental, "la gente lleva una vida sencilla y vive una gran espiritualidad, sabiendo que Dios también está ahí para ellos".

Francesca Sabatinelli - Ciudad del Vaticano

Habían huido de Sudán, donde dos años de guerra han generado una de las crisis humanitarias más graves del mundo. Tras encontrar refugio en el vecino Sudán del Sur, uno de los países más pobres, ahora regresan a casa, porque "es mejor morir de violencia en el propio país que morir de hambre en otro". En Sudán del Sur, los habitantes viven una situación tan dramática que resulta difícil de soportar incluso para quienes huyen del conflicto. Los sursudaneses se enfrentan a un éxodo continuo, una masa de gente en constante movimiento en busca de alimentos. La miseria de este pueblo, atormentado por años de guerra y violencia, queda patente en los mercados, donde los precios están sometidos a escalofriantes subidas; en los campos cultivados de muchas zonas del país, donde el ejército llega en época de cosecha para llevárselo todo; y en las devastadoras consecuencias del recorte de la ayuda estadounidense al desarrollo, por el que el Programa Mundial de Alimentos ya no garantiza una ayuda que servía para alimentar a casi el 52-53% de la población, unos 45 millones de personas. En el país falta de todo: alimentos, refugio, atención médica, agua potable, y no hay solución para las inundaciones.

El hospital comboniano

"Muchas pequeñas clínicas repartidas por todo el país se han visto obligadas a cerrar debido a los recortes en la financiación de las distintas organizaciones no gubernamentales que operan en el país", explica el padre Federico Gandolfi, misionero de los Hermanos Menores en Wau, en Bahr al-Ghazal occidental. "Aquí, gracias a Dios, hay un hospital dirigido por las Hermanas Combonianas, que son dos médicos, y que llegan a hacer hasta 400 cesáreas al mes, precisamente porque en la zona donde estamos las clínicas han cerrado, así que las mujeres se concentran todas en Wau para dar a luz. Sin embargo, la tasa de mortalidad durante los partos sigue siendo demasiado alta. Las Hermanas Combonianas hacen un gran trabajo, pero es una isla muy pequeña en un territorio tan vasto".

Actividades en la leprosería

Gandolfi y sus hermanos están también empeñados en la leprosería que da cobijo a 250 enfermos. "Es un servicio que nosotros, como frailes menores, llevamos a cabo junto con las hermanas franciscanas. Conseguimos, con donativos, llevar grandes cantidades de comida. La lepra, al contrario de lo que mucha gente piensa, no ha desaparecido, al contrario, está muy presente. Acudimos a ellos acompañados de un médico que trata las heridas que están abiertas y que, por tanto, crean contagio. Vamos con un grupo de voluntarios para lavar las sábanas, para dar apoyo a los que no pueden valerse por sí mismos. Es una realidad importante, sobre todo para nosotros los franciscanos, pensando en el encuentro de San Francisco con el leproso, un momento crucial para su conversión". Dos veces al mes, además, los franciscanos visitan la cárcel de jóvenes de Wau, donde hay un centenar de chicos, les llevan alimentos, y luego cocinan y comen todos juntos, quedándose allí todo el día, "para un momento de escucha y de intercambio".

La misión de los Combonianos
La misión de los Combonianos

Una guerra fraccionada

El país vive una "guerra extraña", como la define el misionero, porque "la tradición ve el centro de la guerra en una zona precisa del país, como ocurrió por ejemplo en 2013, 2016 y también los años anteriores". Los enfrentamientos entre las Fuerzas de Defensa Popular de Sudán del Sur, es decir, el ejército regular del presidente Salva Kiir, y los rebeldes opositores del Ejército de Liberación Popular de Sudán del Sur, el Spla-io, liderados por Riek Machar, ex vicepresidente actualmente en arresto domiciliario acusado de cometer "crímenes contra la humanidad", han vuelto a poner al país al borde del abismo. Pero la guerra ahora, advierte Gandolfi, "se ha dividido, al igual que se han dividido las partes implicadas en el conflicto. Parece que el bando gubernamental está a su vez algo dividido, al igual que el bando de la oposición. Los soldados, el ejército en general, se refieren a un líder y no a una nación o a un partido o a un núcleo fuerte de mando. Así pues, el frente de guerra se está rompiendo y esto ocurre en distintos lugares del país, de norte a sur, de este a oeste. Hay todos pequeños combates, incluso difíciles de contener, de verificar, pero con efectos devastadores, porque las carreteras, las vías de comunicación están bloqueadas y, por tanto, los alimentos ya no pueden llegar a todo el país. No hay gasolina ni gasóleo, la gente ya no puede desplazarse y el país corre el riesgo de una paralización total. Y esto es lo que crea un gran número de refugiados, de desplazados, de personas que se desplazan en busca de alimentos". Esta división del frente de guerra corre el riesgo de llevar a Sudán del Sur a un punto de no retorno". Los temores también fuertemente expresados por las Naciones Unidas, que se ha dirigido a la Unión Africana, es que podría haber un retorno a una guerra civil y que el acuerdo firmado en 2018 entre las partes en conflicto, podría colapsar.

Una nueva misión

"El riesgo siempre ha estado ahí -continúa Gandolfi- y sigue estándolo, precisamente por la pérdida de poder central, tanto por parte del Gobierno como de la oposición, que eran los firmantes del acuerdo. Si estos dos frentes se rompieran, entonces el acuerdo caería con el riesgo de acabar en una anarquía militar con diferentes facciones en juego'. El país está al borde de la implosión, sin justicia ni estabilidad, con la economía hundida, una inflación enorme y el poder adquisitivo de millones y millones de personas reducido prácticamente a cero.  Con este trágico telón de fondo, Gandolfi y sus hermanos están en proceso de abrir una nueva misión, junto con la diócesis, a una hora y media en moto de la ciudad de Wau. "Estamos en una zona en medio de la selva, no hay ni un solo pueblo, vive mucha gente dispersa por el bosque, que vive de la agricultura y la caza. Gente muy sencilla, gente de fe. El gran problema es la falta de jóvenes, hay muchos niños y luego los ancianos. Los jóvenes, incluso los menores, o bien son secuestrados por las distintas facciones que están en guerra, o bien abandonan estas zonas con la esperanza de recibir una educación superior o encontrar trabajo, y así se van a Wau y a la capital, Juba".

La fuerza de la fe

Para los misioneros, la mayor tarea ahora es responder a las necesidades urgentes de este pueblo, en primer lugar la necesidad de agua potable. "Estamos trabajando para abrir pozos en las distintas zonas de lo que será el territorio parroquial. Hay monjas franciscanas que garantizan un mínimo de educación, con una escuela que llega hasta primaria. La gente aquí lleva una vida sencilla de pastoreo, agricultura, vive una gran espiritualidad y no necesita grandes homilías, porque simplemente cree que Dios está ahí y que está ahí para ellos. Y nosotros no queremos cambiar nada en este mundo, sino simplemente llevar la fe en la que creemos y que ya forma parte de ellos".

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23 octubre 2025, 11:05