Obispos de México urgen a la unidad, la conversión social y el diálogo
Sebastián Sansón Ferrari - Ciudad del Vaticano
"Queremos que sepan que caminamos con ustedes, que somos pueblo con el pueblo, que, como pastores, somos también ovejas del rebaño del único Pastor, Jesucristo. Reconocemos con humildad que en algunas ocasiones no los hemos acompañado como es nuestro deber, por lo que pedimos perdón a Dios y a ustedes". Con estas palabras, la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM), reunida del 10 al 14 de noviembre en su CXIX Asamblea Plenaria, se dirige en un amplio mensaje al Pueblo de Dios, titulado "Iglesia en México: Memoria y Profecía - Peregrinos de Esperanza hacia el Centenario de nuestros Mártires".
En el primer apartado de los siete puntos que desarrollan los pastores, se refieren a la elección del Papa León XIV, que "ha sido recibida por la Iglesia universal con alegría y esperanza renovada. Su ministerio petrino, apenas iniciado, ya nos ha ofrecido signos claros de los caminos que el Espíritu Santo quiere que recorramos".
Asimismo, se detienen en dos ejes fundamentales que iluminan el caminar: la unidad de la Iglesia y la paz en el mundo.
"No puede haber paz auténtica en el mundo si no hay comunión en la Iglesia. Y no puede haber verdadera comunión eclesial si la Iglesia permanece indiferente ante los clamores de un mundo herido por la violencia y la injusticia", dijo el Santo Padre en una de sus alocuciones. Este es un pasaje que para la Iglesia en México "tiene un peso particular", según los obispos.
Bajo la inspiración del magisterio pontificio, la CEM busca "discernir juntos el camino que el Señor espera de nosotros" en este momento de la historia nacional y de la Iglesia, y sostienen que dicho sendero está marcado por un "horizonte de gracia" que se despliega ante ellos: "la ruta de los jubileos que nos llevarán del 2025 al 2031 y 2033. Este es el camino de la Esperanza de México, un camino que queremos recorrer con ustedes, como Pueblo de Dios".
De hecho, durante la Asamblea Plenaria se propusieron determinados objetivos concretos, como profundizar en la implementación de la sinodalidad en nuestras Iglesias locales, reflexionar sobre la realidad migratoria que atraviesa nuestro país para seguir acompañando pastoralmente a quienes sufren el desplazamiento forzado, actualizar nuestras normas complementarias para una mayor eficacia pastoral, y retomar los compromisos sobre familia y paz que asumieron en su anterior encuentro.
"Estos objetivos -remarcan- no son temas aislados, sino dimensiones de un único llamado: ser Iglesia sinodal, profética y cercana al pueblo que sufre".
Memoria de la resistencia cristera que nos interpela
En la segunda sección, el Episcopado se refiere al Jubileo de la Esperanza y a las 38 catequesis que este año ha preparado en torno al tema "Venga tu Reino" con motivo del centenario de la proclamación de la solemnidad de Cristo Rey para la Iglesia y el mundo. Estos insumos pretendieron ser una "preparación teológica y espiritual para comprender qué significa proclamar a Cristo Rey en un contexto de crisis civilizatoria". Por dicho motivo, los pastores urgen a los fieles a preguntarse:
A su vez, en el texto los prelados hacen memoria de un hecho que -dicen- "no podemos ignorar": cuando en la nación se desató "la persecución religiosa más cruenta" de su historia en julio de 1926. Por ello, en enero de 1927, el pueblo católico inició el levantamiento armado conocido como la Resistencia Cristera. Con meridiana claridad, los obispos desean honrar la memoria de los 200 mil mártires que entregaron sus vidas defendiendo su fe. "Niños, jóvenes, ancianos; campesinos, obreros, profesionistas; sacerdotes, religiosos laicos; el México heroico de los cristeros que dieron su vida por una causa sagrada, por la libertad de creer y de vivir según su fe, todos ellos escribieron una página luminosa en la historia de la Iglesia universal y de nuestra patria".
Los prelados aseguran que el centenario "no puede ser una mera conmemoración nostálgica" sino "un examen de conciencia y un compromiso renovado".
"Realidades que no podemos callar en el contexto actual"
La parte más contundente del escrito se encuentra en la Sección III, donde los pastores denuncian una narrativa oficial que "no corresponde a la experiencia cotidiana de millones de mexicanos". El Episcopado señala la violencia cotidiana y la persistencia del crimen organizado que "ha extendido sus tentáculos a muchos rincones del país", manteniendo a vastas regiones "bajo el dominio de los violentos". Esta realidad se concreta en la continuidad de asesinatos, desapariciones, desplazamientos forzados y el incremento de la extorsión sistemática que afecta a todos los estratos sociales.
Los obispos expresan su dolor por los sacerdotes y agentes de pastoral que han sido "amenazados y asesinados" y por la migración forzada que obliga a miles de mexicanos y centroamericanos a huir, siendo víctimas de "secuestro, trata y muerte". En este contexto de "degradación social", también han elevado su clamor profética en defensa de la familia, alertando sobre la implementación de "políticas públicas educativas actuales" y una "visión antropológica ajena" que "diluye la identidad sexual" y atenta contra la "dignidad integral de la persona humana".
El mensaje concluye con una invitación a la esperanza y a la unidad: "los obispos mexicanos no tenemos la solución; pero estamos dispuestos a buscarla en diálogo con todos los que VERDADERAMENTE AMEN A MÉXICO, más allá del partido político en el que militen, de la ideología que los inspire o del credo religioso que profesen". Reafirmando su compromiso de cercanía con las víctimas y los pobres, los pastores confían en que, con Cristo Rey como única esperanza, la Iglesia mexicana será conducida por Santa María de Guadalupe "hacia un futuro de justicia, paz y reconciliación".
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