Tanzania, la Iglesia en defensa de los derechos humanos

Federico Piana - Ciudad del Vaticano

En Tanzania, las protestas callejeras de las últimas semanas contra la celebración de las elecciones generales, consideradas por varios organismos internacionales carentes de cualquier estándar democrático, han cesado y parecen haberse apaciguado. Pero tal vez sea la calma que precede a la tormenta.

Oposiciones bajo acusación

Tras los enfrentamientos entre manifestantes y policía, que se saldaron con cientos de muertos, y la toma de posesión de la presidenta Samia Suluhu Hassan, que juró su segundo mandato consecutivo tras ser elegida con un plebiscito de más del 90 % de los votos, considerado sospechoso, lo que ahora preocupa es la confirmación de las detenciones indiscriminadas, sobre todo entre las filas de los miembros de los partidos opositores al Gobierno. Cientos de personas habrían sido acusadas por las autoridades de traición por haber participado en las marchas y manifestaciones, mientras que en las últimas horas se habrían dictado varias órdenes de captura contra los principales responsables de la oposición.

Situación candente

En definitiva, una situación candente que también está alarmando a la Iglesia local. El padre Charles Kitima, secretario general de la Conferencia Episcopal, explica a los medios de comunicación del Vaticano que la ola de detenciones está afectando sobre todo a los jóvenes, el verdadero motor de las protestas, y admite la incertidumbre sobre el respeto humano de los detenidos: «No conocemos los criterios utilizados para las detenciones, no sabemos si durante la detención se respetan sus derechos. Solo sabemos que en todas las ciudades hay numerosos detenidos».

Bálsamo de cercanía

Al observar los ojos de los jóvenes de toda la nación africana que participan en los funerales de sus compañeros asesinados por las fuerzas del orden, el padre Kitima revela que ha percibido una profunda rabia que, tarde o temprano, podría volver a estallar: «Se puede entender perfectamente que su agitación sea muy grande, se percibe sin lugar a dudas que siguen buscando justicia». Luego añade un detalle inquietante: «Muchos de los cuerpos de las personas asesinadas aún no han sido encontrados. Cuando se va al depósito de cadáveres con la esperanza de poder enterrarlos, se sale decepcionado. Esto supone un reto para nuestra Iglesia, que acompaña a la gente celebrando funerales y difundiendo mensajes que reconocen el valor y la dignidad de las víctimas de las protestas. Y reiterando que la verdadera paz se basa también en el respeto de los derechos políticos del pueblo».

Mensajes claros

Y fue precisamente durante el funeral de algunos manifestantes cuando el lunes monseñor Jude Thaddaeus Ruwa'ichi, arzobispo de Dar es Salaam, pronunció una conmovedora homilía en la que volvió a invocar «la urgente necesidad de sanación del país» y recordó que la reacción a las protestas nunca puede ser «disparar y matar». También el lunes, la Comisión para la Paz y la Justicia de la Conferencia Episcopal difundió un mensaje en el que se destacaba el compromiso de los obispos para que se proporcione a los ciudadanos el entorno social adecuado en el que poder ejercer sus derechos durante las elecciones.

Paz y diálogo

«Ahora —afirma el padre Kitima— para lograr la reconciliación es necesario el diálogo, es necesario que cada uno reconozca sus errores. Se podrá encontrar una solución a los problemas de Tanzania gracias a la contribución de la sociedad civil y de la Iglesia, que está dispuesta a emprender este camino de sanación». Antes de que las plazas vuelvan a llenarse de nuevo.