“La naturaleza nos da todo sin pedir”: El proyecto educativo Cartas a la Tierra

Jaime Vizcaíno Haro - enviado a Belém (Brasil)

El Cuerpo Apostólico de la Compañía de Jesús ha desarrollado el proyecto educativo “Cartas a la Tierra”, que ha logrado producir alrededor de 98.000 cartas con temáticas ambientales con la participación de más de 10 países.

Daniela Alba, coordinadora de incidencia del secretariado de justicia social y ecología de la Compañía de Jesús (Sjes) afirma que es la primera vez en crear un proyecto a nivel global, luego de 9 meses de colaboración en varios niveles educativos.

Ecuador, Perú, Paraguay, Guatemala, Camboya, Chad, España, República Centro-Africana, Micronesia, Bélgica y Estados unidos participaron a través de la creación de material educativo que sensibiliza la temática ambiental, en 4 idiomas: inglés, español, francés y portugués.

Para la COP30 en Belém (Brasil), desarrollaron marcapáginas con diseños y frases que representan a “las voces de los jóvenes”. Alba explica que “ellos ven la realidad y son claves en la toma de decisiones, queremos que las personas que están aquí sea un negociador o de la sociedad civil pueda escuchar el clamor de la juventud que nos pide el cambio”.

La parte del cuerpo apostólico que dio la respuesta más grande fue la Federación Internacional de Fe y Alegría, conocida en Latinoamérica, partes de África y Asia Pacífico. “Los niños hablan de temas muy difíciles y sensibles, como en Guatemala, donde se cuentan las experiencias con la minería ilegal” afirma Daniela.

Niñas y niños han dibujado los escenarios cotidianos de su contexto en su hogar, barrio y escuela. Leopoldo, un niño ecuatoriano, graficó a la “Pachamama” madre tierra, que llora por ver lo que sucede con los daños ambientales. “Es la prueba de que ellos están despiertos, están mirando, son testigos y sobrevivientes de estos abusos humanitarios”. Daniela Alba menciona que es importante el asegurarse de que lleguen estos mensajes a quienes toman las decisiones en estos días de negociaciones.

Han traído cuatro peticiones puntuales: la cancelación de la deuda de los países más pobres, “que muchas veces son los que contribuyen menos a la crisis climática” a decir de Alba. La transición energética justa, el reforzamiento del mecanismo de pérdidas y daños, finalmente la transición hacia la agroecológica basada en los saberes, los agricultores, campesinos y de las comunidades indígenas. Uno de los objetivos principales es ejercer una conversión ecológica que trascienda fuera de los espacios de la COP30.