León XIV: Cristo desciende para salvarnos en nuestros infiernos cotidianos
Patricia Ynestroza - Ciudad del Vaticano
En la audiencia general de hoy, ante las previsiones del tiempo que amenazaban lluvia, se dispuso que los fieles enfermos estuvieran al resguardo en el Aula Pablo VI. El Papa León XIV, antes de comenzar su catequesis, los saludó con estas palabras:
En su reflexión, en la Plaza de San Pedro, el Papa León XIV invitó a contemplar el Sábado Santo, ese día de aparente silencio en el que, sin embargo, se despliega una obra invisible de salvación: “Cristo desciende al reino de los infiernos para llevar el anuncio de la Resurrección a quienes estaban en la sombra de la muerte”, afirmó.
Descender a los infiernos: gesto más radical del amor de Dios
El Pontífice explicó que este gesto, transmitido por la liturgia y la tradición de la Iglesia, revela el amor de Dios en su forma más radical. No se trata solo de creer que Jesús murió por la humanidad, sino de reconocer que en su fidelidad Él quiso buscarnos en los lugares más oscuros de nuestra existencia.
Sábado Santo: Cristo entra en las tinieblas para liberar, no para juzgar
En este sentido, recordó que los infiernos no deben entenderse únicamente como un lugar, sino como una condición existencial marcada por el dolor, la soledad, la culpa y la separación de Dios. “Cristo entra en estas realidades no para juzgar, sino para liberar; no para culpabilizar, sino para salvar”, dijo, comparando su acción con la de quien entra en silencio en una habitación de hospital para ofrecer consuelo.
La muerte nunca es la última palabra
El Papa evocó también la tradición patrística que describe el encuentro de Cristo con Adán en los infiernos, un símbolo de todos los encuentros posibles entre Dios y el hombre. En los iconos orientales, añadió, se representa a Jesús derribando las puertas del reino de la muerte y levantando a Adán y Eva, signo de una salvación que no es individual, sino comunitaria: “El Resucitado no se salva solo, sino que lleva consigo a toda la humanidad”.
Finalmente, León XIV destacó que el Sábado Santo es el día en que el cielo toca la tierra en lo más profundo de su historia. No existe pecado, herida o fracaso que quede fuera del alcance de la misericordia de Dios. “Descender no es una derrota para Dios, sino la plenitud de su amor”, concluyó, alentando a los fieles a confiar en que incluso desde el fondo más oscuro de la vida, Cristo puede inaugurar una nueva creación.
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