Cardenal Parolin (foto de archivo). Cardenal Parolin (foto de archivo).

Parolin a colaboradores de los nuncios: Practiquen la humildad

El cardenal secretario de Estado presidió esta mañana, en la Basílica Vaticana, la Misa por el Jubileo de los colaboradores de las representaciones pontificias: “Fe y esperanza son un binomio inseparable”. La invitación a hacer el bien de modo “gratuito y oculto”, lejos de las luces “efímeras” del éxito. Todo ministerio en la Iglesia, incluido el diplomático, “no goza de gloria propia, sino que debe reflejar la luz de Cristo”

Vatican News

La luz de la fe, la perseverancia en la oración y la práctica de la humildad: estas son las tres líneas-guía señaladas por el cardenal secretario de Estado de la Santa Sede, Pietro Parolin, en la Misa presidida esta mañana, 17 de noviembre, con motivo del Jubileo de los colaboradores de las representaciones pontificias. La celebración tuvo lugar en la Basílica Vaticana, en el altar de la Cátedra, y estuvo precedida por un momento de oración en la iglesia de San Salvatore in Lauro, con una meditación a cargo del agustino Rocco Ronzani, prefecto del Archivo Apostólico Vaticano, y por el paso procesional de la Puerta Santa en San Pedro.

Darse cuenta de la presencia de Dios en la vida cotidiana

Un pasaje que el cardenal Parolin invitó a relacionar con el paso de Jesús por el camino de Jericó: “Cuántas veces pasa Jesús - dijo - en nuestras jornadas", incluso durante las horas de oficina, "en la colaboración requerida" con el jefe de misión, en los encuentros con obispos, sacerdotes y laicos, "en el desempeño también de la función diplomática, en los momentos de serenidad o en las situaciones de soledad e incomprensión". El Señor pasa "y nosotros, a diferencia del ciego de Jericó, permanecemos al borde del camino". De ahí, la invitación a pedir, en el Año Santo, la gracia de darnos cuenta de “cuándo el Señor pasa en nuestra vida”, para así “crecer en la fe”.


El binomio entre fe y esperanza

Por otra parte, prosiguió el purpurado, fe y esperanza “son un binomio inseparable”: como escribía el escritor y poeta francés Charles Péguy, “la esperanza sostiene la fe” y, al mismo tiempo, “se apoya en la fe, en la certeza de que Dios nos ama”. La cristiana es, por lo tanto, “una esperanza luminosa, porque abre los ojos al amor del Señor”.

La oración ayuda a mirar más allá de límites y obstáculos

Deteniéndose de nuevo en la figura del ciego de Jericó, el secretario de Estado invitó a los presentes a tomar ejemplo de su “fe tenaz” que no se rinde ante la multitud que querría hacerlo callar y se expresa “en la perseverancia de la oración”, obteniendo de Jesús “no solo la curación física, sino también una vida renovada”. “Perseverar en la oración - dijo el purpurado - nos permite mirar más allá de todos los límites, tanto materiales como espirituales; nos permite superar obstáculos de adaptación, de convivencia, de soledad, de incomprensión, de desilusión, porque pone en juego la potencia y la misericordia de Dios, para el cual nada es imposible”.

La “luz amable” y el ejercicio de las responsabilidades

En las palabras del purpurado también el recuerdo de San John Henry Newman, proclamado Doctor de la Iglesia el pasado 1° de noviembre, quien definía la fe como una “luz amable” que permite “ejercer rectamente el discernimiento, sin limitarnos a criterios exclusivamente humanos”. Y es precisamente esta la luz que se necesita “en el ejercicio de las propias responsabilidades”, remarcó el secretario de Estado.

El servicio diplomático debe ser un reflejo de la gloria de Cristo

De ahí, la advertencia dirigida a los colaboradores de las representaciones pontificias para que no busquen “las luces efímeras de los focos, del éxito, de los resultados inmediatos”, sino que practiquen “la humildad, realizando gestos de bien gratuitos y ocultos, ayudando a quien vive momentos difíciles en casa o en la oficina, no hiriendo a los demás con palabras malas o con malos ejemplos”. Esto porque, concluyó Parolin, “todo ministerio en la Iglesia, incluido el diplomático, no brilla con luz propia, no goza de gloria propia, sino que debe reflejar, como en un espejo, la luz y la gloria de Cristo. De lo contrario, habremos fracasado”.

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17 noviembre 2025, 13:16