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Israel Regalado, catequista. Israel Regalado, catequista.
Historias de Esperanza

Jubileo de los Catequistas: la lección de sinceridad de Israel

Del Perú a Génova y hasta Roma: las decisiones de un joven educador marcado por un “sí” que le cambió la vida. Hoy su existencia es testimonio de fe entre niños, adolescentes y jóvenes alejados de la Iglesia, vivida con una regla de oro: “Yo me ocupo de ustedes, ustedes se ocupan de mí”.

Edoardo Giribaldi - Ciudad del Vaticano

“Cuando recibes algo bello y auténtico, no puedes evitar compartirlo con los demás”. Con esta convicción vive su vocación Israel Regalado, de 28 años, hoy responsable de la catequesis en la parroquia de San Mateo Apóstol, en el extremo límite de Roma entre Morena y Tor Vergata. Originario del Perú pero criado en Italia, su historia se enmarca en el contexto del Jubileo de los Catequistas, previsto del 26 al 28 de septiembre: un entrelazado de fe, pasión educativa y capacidad de encontrarse con los jóvenes allí donde estén.

Compartir una experiencia

Su aventura comienza en Génova, ciudad que lo acogió a los doce años. A los dieciséis, con el ardiente deseo de hacer voluntariado en la cárcel de menores, descubre que siendo menor de edad no puede entrar. “Un fraile capuchino me propuso entonces comenzar con la catequesis. Ese ‘sí’ me cambió la vida”, relata. Guiado por educadoras mayores y por aquel religioso que lo exhortaba a la adoración eucarística como fuente de la misión, Israel comprende pronto que la catequesis no es “enseñar una materia”, sino compartir una experiencia viva.

“Una necesidad”

Desde entonces no ha dejado de hacerlo: “Es una necesidad, no podía hacer otra cosa”, dice. En Roma su vocación se ha arraigado sobre todo entre niños y adolescentes. Recuerda todavía el primer grupo que le fue confiado: veintisiete jóvenes llenos de energía, algunos con importantes dificultades. “En un momento de desaliento les dije que ya no podía más. Un niño se acercó y me dijo: ‘No te preocupes Israel, yo te ayudo’. En ese instante entendí mi camino”. De allí derivó la decisión de estudiar Ciencias de la Educación, transformando también su profesión en una continuidad de su misión con los muchachos.


La regla de oro

Para él, la catequesis es un camino recíproco: “Son los niños quienes me educan en la sinceridad. Con ellos no puedes fingir”. A los grupos que acompaña repite una regla de oro: “Yo me ocupo de ustedes, ustedes se ocupan de mí. Y así hace Cristo con todos nosotros”. Es el corazón de su método: una relación auténtica, fundada en la confianza y en la familiaridad con el Padre.

Los jóvenes alejados de la Iglesia

¿Y los jóvenes distantes de la Iglesia? Israel no tiene dudas: “Lo primero es la amistad verdadera. No sirve predicar demasiado, sino estar presente, interesarse por lo que viven. Luego son ellos quienes te hacen preguntas: sobre por qué vas a misa, sobre la castidad, sobre la fe. Así es como se dejan conquistar: no por un discurso, sino por una vida que da testimonio”.


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29 septiembre 2025, 09:50