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Palestinians wait to receive food from a charity kitchen, in Gaza City

El llamado de los líderes ecuménicos: el hambre en el mundo es un fracaso moral

Caritas Internationalis, World Vision y el Consejo Ecuménico de las Iglesias lanzaron una declaración conjunta sobre el “Derecho a la Alimentación y la Nutrición”, marcando una colaboración sin precedentes entre confesiones cristianas para enfrentar la malnutrición global. En el Año Jubilar, hacen un llamado a los gobiernos para cancelar la deuda de los países pobres y dejar de invertir en armas.

Cecilia Seppia – Ciudad del Vaticano

Hoy, unas 673 millones de personas sufren hambre crónica, aunque los sistemas alimentarios globales producen suficiente comida para alimentar a todos. En 2024, más de 150 millones de niños en todo el mundo padecieron retraso en el crecimiento debido a la malnutrición, con consecuencias graves para su desarrollo físico y cognitivo.

“La existencia de hambre en medio de la abundancia es un signo de fracaso moral y una llamada urgente a la acción. Alimentar a los hambrientos y cuidar de los más vulnerables sigue siendo el deber más alto de la humanidad, un deber que los líderes religiosos y sus comunidades cumplen de manera constante”.

Así lo señala la declaración conjunta de los líderes y representantes del Consejo Ecuménico de las Iglesias, Caritas Internationalis y World Vision, emitida al término de un encuentro celebrado en Roma durante la 53ª Sesión del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial de la FAO.

Invertir en la lucha contra el hambre, no en armas

Según datos de la FAO, la inseguridad alimentaria afecta de manera desproporcionada a mujeres, niños, comunidades indígenas y grupos marginados.

“Nos preocupa profundamente la asignación de recursos que prioriza el gasto militar por encima de la ayuda humanitaria y la protección social. Instamos a los gobiernos a redirigir fondos hacia la lucha contra el hambre, la construcción de la paz y la prevención del uso del hambre como arma de guerra, en línea con el derecho internacional humanitario y la resolución 2417 del Consejo de Seguridad de la ONU”.

En 2024, una de cada ocho personas vivió en contextos de conflicto. El gasto militar mundial superó los 2,7 billones de dólares, un aumento del 9,4 % respecto a 2023, mientras que la financiación para la asistencia alimentaria humanitaria sigue siendo insuficiente y sufre recortes continuos.

“Se trata de un fracaso moral. Son los gobiernos, y no solo los mercados, quienes determinan quién pasa hambre. Los conflictos destruyen los sistemas alimentarios, obligan a los agricultores a abandonar sus tierras y provocan crisis de refugiados”.

En Sudán, por ejemplo, más de 3,2 millones de niños menores de cinco años viven en condiciones de grave inseguridad alimentaria; en Palestina, más de medio millón de personas sufren hambre.

Cancelar la deuda de los países pobres

La declaración también aborda el impacto de los cambios climáticos en el aumento del hambre, una amenaza tanto para la Creación como para la supervivencia humana. Los líderes religiosos piden medidas urgentes y preventivas que prioricen sistemas agrícolas resilientes al clima, basados en la agroecología, la gestión sostenible del agua y el apoyo financiero a los pequeños agricultores —especialmente a las mujeres—, quienes producen cerca del 70 % de los alimentos del planeta pero reciben un apoyo mínimo.

El llamado se extiende a los gobiernos y organismos internacionales para que reconozcan el derecho a una alimentación adecuada en sus constituciones y marcos jurídicos.

En este Año Jubilar, insisten en la necesidad de cancelar la deuda de los países pobres:
“Como personas de fe, la manera en que tratamos a quienes padecen hambre refleja nuestra relación con lo divino y nuestro compromiso con la justicia. Nuestras tradiciones morales exigen nada menos que la plena realización del derecho a la alimentación para cada persona sobre la Tierra”.

“El hambre no es una maldición, sino una elección política”

“El derecho a la alimentación es el derecho a vivir libres del hambre”, afirmó Michael Fakhri, relator especial de la ONU sobre el Derecho a la Alimentación, quien pidió mantener la atención en Gaza, donde la población sufre una privación deliberada de comida, y en Sudán, donde el conflicto se ha convertido en “una de las mayores campañas de hambre de la historia moderna”.

“El hambre —añadió— es consecuencia de la opresión y la explotación: cuando el trabajo se utiliza contra los trabajadores y las tierras de las personas son ocupadas”.

Por su parte, Arif Husain, economista jefe del Programa Mundial de Alimentos (WFP), subrayó el costo humano de la inacción:
“Esta declaración llega en un momento crucial. Las proyecciones indican que entre 2025 y 2030 hasta 14 millones de personas podrían morir debido a los recortes en la ayuda internacional. Con una riqueza privada global que supera los 450 billones de dólares, está claro que el hambre no es un problema de recursos, sino de voluntad.

Teniendo en cuenta que el 85 % de la población mundial profesa alguna fe, si levantamos la voz, podemos presionar a los gobiernos para que actúen. El hambre es una elección política, y ha llegado el momento de que las personas elijan de otra manera”.

El derecho a la alimentación: una misión compartida

Desde Caritas Internationalis, Musamba Mubanga-Mtonga, responsable de incidencia sobre seguridad alimentaria y cambio climático, calificó el hambre como “un fracaso moral colectivo”. Citando la encíclica Laudato si’ del papa Francisco, afirmó:

“La abundancia de la Tierra fue confiada a todos, no a unos pocos privilegiados. Poner fin al hambre exige que elijamos la compasión en lugar del conflicto, la solidaridad en lugar de la indiferencia y la humanidad compartida en vez de prioridades equivocadas.

La verdadera justicia requiere liberar a las comunidades de las cadenas de la deuda que perpetúan el hambre y la pobreza. El Año Jubilar nos recuerda con fuerza este llamado: perdonar las deudas, restaurar la dignidad y construir un mundo en el que todos puedan prosperar”.

El reverendo Kenneth Mtata, director de programas del Consejo Ecuménico de las Iglesias, destacó la misión común de las comunidades de fe:
“Reconocemos el papel vital de los recursos basados en la fe para enfrentar las causas sistémicas del hambre. Juntos, podemos marcar una verdadera diferencia para los más de 673 millones de personas que hoy viven con hambre crónica”.

Finalmente, Kai Hutans, de World Vision International, concluyó:

“Nos unimos a los líderes religiosos de todo el mundo para afirmar que el hambre en un mundo de abundancia es un fracaso moral, no un destino inevitable. Cada niño tiene derecho a una alimentación adecuada y nutritiva, y nuestra fe compartida nos obliga a actuar para que ningún niño se acueste con hambre”.

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24 octubre 2025, 12:12