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El Cardenal Pizzaballa en una visita a Gaza (foto de archivo). El Cardenal Pizzaballa en una visita a Gaza (foto de archivo).

Pizzaballa invita a orar y mantener la esperanza ante posible alto el fuego

El Patriarca Latino de Jerusalén celebra los indicios de una posible tregua, calificándolos como “un primer paso largamente esperado”, e invita a mantener la esperanza, la oración y el realismo. Destaca el sufrimiento que aún persiste y convoca a los fieles a unirse a una jornada de oración por la paz el 11 de octubre.

Linda Bordoni - Ciudad del Vaticano

A medida que surgen noticias sobre posibles avances en las negociaciones para poner fin a dos años de devastador conflicto en Gaza, el Patriarca Latino de Jerusalén ha publicado una carta pastoral en la que anima a los fieles a cultivar la esperanza, mantenerse firmes en la oración y rechazar la lógica de la violencia y la división.

En su mensaje a la diócesis, el cardenal Pierbattista Pizzaballa reconoce el inmenso sufrimiento causado por la guerra, al tiempo que celebra los signos de progreso hacia el cese de las hostilidades, la liberación de rehenes y la excarcelación de prisioneros palestinos.

“Por primera vez, las noticias informan de un posible avance positivo: la liberación de rehenes israelíes, de algunos prisioneros palestinos y el cese de los bombardeos y ofensivas militares. Este es un paso importante y largamente esperado”, escribe.

Sin embargo, el Patriarca advierte contra las expectativas poco realistas, recordando que “aún nada está del todo claro ni definido; quedan muchas preguntas sin respuesta y todavía hay mucho por concretar”.


Un nuevo comienzo para todos

El Patriarca expresa su esperanza de que este momento pueda traer alivio a quienes han soportado un sufrimiento inimaginable.

“Nos alegramos sobre todo por el fin de las hostilidades, que esperamos no sea temporal y que traiga consuelo a los habitantes de Gaza. Nos alegramos por todos nosotros, porque el posible fin de esta guerra horrible, que ahora parece muy cercano, marcará por fin un nuevo comienzo para todos: no solo para israelíes y palestinos, sino también para el mundo entero”, afirma.

Al mismo tiempo, advierte sobre el “camino arduo” que aún queda por recorrer, recordando a los fieles que el fin de las operaciones militares es solo el “primer paso —necesario e indispensable—” hacia una paz duradera.

Sufrimiento continuo en Cisjordania

El Patriarca llama la atención sobre el deterioro de la situación en Cisjordania, donde las comunidades “enfrentan todo tipo de problemas cada día, especialmente en los pequeños pueblos, cada vez más rodeados y asfixiados por los ataques de colonos, sin suficiente protección por parte de las autoridades de seguridad”.

Subraya además la incertidumbre cotidiana que viven las comunidades cristianas, cuyas vidas están marcadas por las “dolorosas y complejas dinámicas” del conflicto, que afectan incluso las decisiones más rutinarias sobre seguridad, desplazamientos y acceso a servicios.

Una invitación a ofrecer “una palabra de esperanza”

El cardenal Pizzaballa destaca que la misión de la Iglesia no es ofrecer análisis políticos, sino orientación espiritual.

“No estamos aquí para emitir declaraciones políticas ni ofrecer análisis estratégicos de los acontecimientos. El mundo ya está lleno de esas palabras, que rara vez cambian la realidad. Nosotros, en cambio, buscamos una visión espiritual que nos ayude a mantenernos firmes en el Evangelio”, señala.

El Patriarca reflexiona sobre el impacto devastador de la violencia, no solo sobre la tierra, sino también sobre “el alma humana de muchos, tanto en Tierra Santa como en el mundo entero”, y advierte contra la normalización del sufrimiento.

“Cada vida perdida, cada herida infligida, cada hambre padecida sigue siendo un escándalo a los ojos de Dios”, afirma.

Fijar la mirada en Jesús

Ante “el misterio de la iniquidad” y la tentación de la desesperanza, el Patriarca exhorta a los fieles a mantener su mirada firmemente puesta en Cristo.

“Por nosotros mismos, no podremos comprender este misterio. Con nuestras propias fuerzas, no podremos enfrentarnos al mal ni resistirlo. Por eso siento cada vez con más urgencia el llamado a mantener los ojos fijos en Jesús”, escribe, citando la Carta a los Hebreos (12,2).

El Patriarca recuerda las lágrimas derramadas durante los últimos dos años —por quienes han perdido seres queridos, hogares y medios de vida— y reitera que la respuesta de la Iglesia debe enraizarse en el amor y el perdón, no en la venganza.

“Jesús, nuestro Maestro y Señor, hizo del amor que se entrega y del perdón su elección de vida. Sus heridas no son una invitación a la revancha, sino un signo de la capacidad de sufrir por amor”, afirma.

El fin de la guerra es solo el primer paso hacia la paz

El cardenal Pizzaballa reconoce que, incluso si la guerra terminara hoy, “el conflicto continuará, porque sus causas profundas aún no han sido abordadas”. Hace un llamado a un compromiso sostenido para reconstruir la confianza y liberar los corazones del odio.

“El fin de la guerra no marca necesariamente el inicio de la paz, pero sí constituye el primer paso esencial para construirla”, señala, aludiendo al largo camino que queda por recorrer para hacer tangible la esperanza.

Inspirándose en la imagen del sepulcro vacío, el Patriarca asegura a los fieles que “el dolor no durará para siempre” y que “las lágrimas que riegan el desierto harán florecer el jardín de Pascua”.

Jornada de ayuno y oración

El Patriarca concluye invitando a todas las parroquias y comunidades religiosas a unirse al llamado del Papa León XIV para celebrar una jornada de ayuno y oración por la paz el sábado 11 de octubre.


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05 octubre 2025, 08:52