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Sor Inmaculada Muthoni, miembro de las Hermanas Menores de San Francisco (LOSSF), abogada del Tribunal Superior de Kenia Sor Inmaculada Muthoni, miembro de las Hermanas Menores de San Francisco (LOSSF), abogada del Tribunal Superior de Kenia  #SistersProject

Una abogada con velo: una monja católica defiende la justicia en un tribunal keniano

Cuando las personas imaginan a una monja católica, imaginan a una mujer con un vestido, tal vez enseñando, rezando tranquilamente en una capilla o cuidando a los enfermos. Pocos imaginan a una monja en un tribunal, vestida con ropas profesionales, de pie ante un juez, que se presenta no solo como “Abogada Inmaculada Muthoni”, sino como “Hermana Inmaculada”.

Sor Christine Masivo, CPS

Sor Inmaculada Muthoni, miembro de las Hermanas Menores de San Francisco (LOSSF), no es solo una monja, sino una abogada del Tribunal Superior de Kenia, así como una funcionaria legal de la Universidad Católica de África Oriental, una formadora acreditada por la Autoridad Nacional de Formación y una auditora legal reconocida por la Sociedad de Derecho de Kenia. Más allá de los títulos, es defensora de la dignidad y testigo de la esperanza, demostrando que el Evangelio de la justicia no se detiene en el altar, sino que también habla en las salas de los tribunales. Sin embargo, presenta una imagen tranquila, resiliente y radiante, que conecta dos mundos que muchos piensan que no pueden coexistir: la vida religiosa y la práctica legal.

Una llamada dentro de la llamada

Su historia comenzó no con el derecho, sino con un sueño juvenil de ciencias políticas. Luego, la formación religiosa y las normas redirigieron su camino. Se le dijo que la ciencia política estaba demasiado involucrada en batallas partisanas. La ley, sin embargo, ofrecía una forma de perseguir la justicia sin comprometer la vocación religiosa, una vida que deseaba servir desde la infancia. En una entrevista con Vatican News, se ríe cuando recuerda: “Pensé que la ley era el mal menor y, hasta hoy, no me arrepiento de ser abogada”. Para Sor Inmaculada, la ley y la vida religiosa no son vocaciones separadas; son dos caras de la misma misión. “La vida religiosa me basa en la oración, la resiliencia y la compasión”, afirmó. “La ley me da la plataforma para actuar sobre esos valores. Juntos, se complementan entre sí para traer una verdadera transformación”.

Justicia con rostro humano

Cada caso que maneja tiene un peso más que legal, tiene un alma humana, una persona a veces rota, a menudo desatendida y sobre todo siempre digna de dignidad. “No se trata de ganar o perder un caso”, dice con convicción. “Se trata de viajar con las personas, incluso con las que pierden, y garantizar que la justicia no solo se haga, sino que se sienta”. Su fe da forma a su práctica. Lleva compasión donde otros ven el procedimiento, diálogo donde otros ven el conflicto y esperanza donde otros ven la derrota. Recuerda su presentación como “Sor Inmaculada, una abogada” en un evento. “Una mujer, abrumada por la injusticia y asustada por el sistema legal, se abrió a mí porque era una monja”, contó. “Viajé con ella a través del proceso legal, pro bono, hasta que encontró justicia y curación. Esto ha afirmado lo poderosa que puede ser la intersección entre la ley y la fe para restaurar la esperanza de alguien”.

Sor Inmaculada contrainterroga a un colega abogado
Sor Inmaculada contrainterroga a un colega abogado

Romper estereotipos

Su doble papel no ha estado exento de escepticismo. Algunos colegas en el tribunal la han descartado como “demasiado blanda” para las batallas legales. Algunos en los círculos religiosos se han preguntado por qué una monja está “inmersa en el trabajo secular”, pero ella ha aprendido a dejar que sus resultados y su coherencia hablen. “La gente empieza a ver que ser tanto monja como abogada aporta profundidad y credibilidad. Desafía los estereotipos de lo que una mujer de fe puede aportar en los espacios profesionales”, explicó. “Cuando me presento en el tribunal como ‘Sor Inmaculada, que aparece en lugar del cliente’, el título a menudo desarma a los oponentes, suaviza la tensión e incluso abre el espacio para el diálogo y los acuerdos extrajudiciales”, confesó. Se ríe mientras recuerda: “El principal desafío que recibo cada vez que voy y accedo al sistema judicial, es que el magistrado pregunta si estoy segura de que soy abogada, pide mi número de certificado de práctica, y dice que no están acostumbrados a ver a las monjas como abogados”.

Una nueva cara de la evangelización

Sor Inmaculada forma parte de una revolución silenciosa en la Iglesia africana. Encarna lo que el Papa Francisco y muchos fundadores religiosos han instado durante mucho tiempo, a leer los “signos de los tiempos” y abrazar nuevas formas de servir a Dios y a la humanidad. El Papa León XIV animó a los religiosos y religiosas a permanecer arraigados en su carisma y atentos a los signos de los tiempos como lo hacían sus fundadores. “Sus fundadores y fundadoras han sido personas capaces de observar, evaluar, amar y luego partir, incluso a riesgo de grandes sufrimientos, incluso a costa de perder lo suyo, para servir a los hermanos en sus necesidades reales, reconociendo la voz de Dios en la indigencia del prójimo”, dijo. “La evangelización no se realiza solo a través de la predicación”, insistió sor Inmaculada. “También es vivir los valores evangélicos de justicia, compasión e integridad a través de otros medios. Ya sea en el derecho, en los medios de comunicación o en cualquier otro campo, las mujeres religiosas pueden y deben hacer brillar su fe en sus profesiones”. Su sueño es ver a más hermanas dedicarse al derecho, a la gobernanza y a los espacios profesionales, una vez considerados “laicos”, y ver la vida religiosa en África romper las viejas fronteras y plasmar los sistemas de justicia con el espíritu evangélico. “Espero continuar mis estudios de derecho para influir en las políticas y empoderar a las comunidades a mayor escala”, dijo.

Un testimonio para nuestros tiempos

La vida de Sor Inmaculada nos recuerda que la Iglesia está viva, creativa y profética cuando las religiosas entran valientemente en los espacios de la justicia. Encarna la armonía de la fe y de la razón cuando lleva las coronas del rosario y los libros de derecho, atravesando la sala del tribunal y la capilla tanto en hábito religioso como con el de abogada. Su misión, como cita el profeta Miqueas, es “practicar la justicia, amar la misericordia y caminar humildemente con Dios”.

 

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23 octubre 2025, 14:34