Malí: Una Iglesia pequeña comprometida con el camino de la paz
Luca Attanasio – Ciudad del Vaticano
Malí vive una fase muy particular de su historia. La junta militar de Assimi Goïta, que llegó al poder tras un segundo golpe de Estado en menos de un año, en mayo del 2021, ha emprendido un camino de emancipación total de Francia y Occidente en general, optando por alianzas con sus vecinos Burkina Faso y Níger, también gobernados por el ejército.
Un acontecimiento dramático en este sentido es la expulsión de las tropas francesas estacionadas en el país, convocadas en el 2013 para liderar la Operación Barkhane y destituidas en el 2022 al final de una fallida campaña de casi una década para contener el yihadismo, que desde entonces se había extendido de forma alarmante.
Paz y justicia: el compromiso de la Iglesia
El cambio autóctono, con el apoyo de Rusia, ha permitido mejorar la lucha contra el terrorismo islámico, pero no ha garantizado la seguridad, mientras que el progresivo distanciamiento de diversas organizaciones transnacionales está obstaculizando la recuperación económica. Sin embargo, el apoyo de la población a la junta y el férreo sentimiento anticolonial y antifrancés actúan como un pegamento para este país, que lucha por salir de sus crisis. En este contexto, una Iglesia enteramente autóctona vive su misión, plenamente integrada en un pueblo cuyos problemas y esperanzas comparte.
«Somos una Iglesia minoritaria, pero no nos sentimos diferentes. En nuestras familias, puede haber elementos cristianos e islámicos, o incluso miembros de religiones tradicionales, y todos viven su fe en paz, sin ningún problema”, declaró a los medios del Vaticano el arzobispo de Bamako Robert Cissé.
«Y así ocurre en todo el país», explicó.
Los jóvenes son una gran riqueza
En cuanto a la historia y el papel de la presencia misionera, el prelado habla del reconocimiento otorgado a los Padres Blancos, «quienes nos prepararon para vivir como pastores en nuestro país y han realizado una gran labor. Trajeron el Evangelio y lo han seguido difundiendo hasta ahora; siguen presentes en el país con diversas comunidades».
El flagelo del terrorismo
Refiriéndose a la inestabilidad que caracteriza al país, el arzobispo Cissé afirma: «Prefiero hablar de terrorismo porque, más que una cuestión de afiliación religiosa, se trata de negocios. Lo que impulsa a los llamados yihadistas – enfatiza – son los intereses económicos, y su juego es fácil porque se aprovechan de la pobreza de tantos jóvenes que, sin trabajo y con poco dinero, son fácilmente engañados».
Una Iglesia Abierta a la esperanza
El arzobispo de Bamako habla entonces de los numerosos problemas económicos y, «también por esta razón, los jóvenes entran en contacto con terroristas. A veces, para ganarse la vida, algunos jóvenes informan a los terroristas sobre maniobras del ejército, frustrando operaciones que habrían detenido el avance de los grupos rebeldes armados. En algunos casos esporádicos, existen problemas de convivencia entre musulmanes y cristianos».
Finalmente, una nota de esperanza para este Año Jubilar: «Estamos verdaderamente en el año de la esperanza, y creo», concluye, «que la Iglesia tiene ante sí esta apertura, esta oportunidad de dar verdaderamente a la gente la alegría de vivir: que nuestra Iglesia está verdaderamente abierta a la alegría, a la esperanza y unida».
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