Buscar

La hermana Paésie con los niños de la "Famille Kizito": La hermana Paésie con los niños de la "Famille Kizito":

Haití: una gota de esperanza para ayudar a los niños a escapar de la violencia

En un clima de violencia constante, la hermana Paésie ayuda a cientos de niños a construir su futuro, lejos de las bandas criminales armadas que han tomado por asalto amplias zonas del territorio haitiano. Ella relata un día a día extremadamente complejo.

Jean-Charles Putzolu – Ciudad del Vaticano

Durante 25 años, la hermana Paésie se ha dedicado a los niños de Haití. Su asociación, la Familia Kizito, ofrece un hogar y educación a los niños de Cité Soleil, el barrio más grande de chabolas en la capital, Puerto Príncipe. La violencia de las pandillas armadas, que siembran terror en varias regiones del país, llegó a afectar temporalmente las actividades de la comunidad, que tuvo que adaptarse a una inseguridad permanente. Estas bandas criminales mataron a más de 5.600 personas en 2024, y ya se registran cerca de 3.000 en 2025. Su avance territorial ha obligado a más de 1,3 millones de personas a desplazarse.

En este contexto, los niños acogidos por la Familia Kizito han salido de la calle; encuentran una segunda familia en la comunidad y pueden volver a sonreír. La hermana Paésie les ofrece un futuro distinto al de enlistarse en bandas armadas, un camino que para muchos significaría matar o morir. Estas pandillas, que controlan barrios enteros de las ciudades y ahora se adentran en zonas rurales, han sido observadas por la hermana Paésie a lo largo de los años.


Hermana Paésie, vive en Haití desde 1999, ha visto al país pasar de una profunda crisis económica al devastador terremoto de 2010 y al surgimiento de pandillas armadas que cada año causan miles de muertos. ¿Quiénes son estas bandas criminales? ¿De qué hablamos exactamente?

La existencia de los grupos armados se remonta a varias décadas. Al principio, distintos partidos políticos creaban y formaban estas pandillas. Las financiaban y armaban, a menudo cerca de las elecciones. Siempre surgían nuevos enfrentamientos para tomar control de los barrios. Ahora se han vuelto tan poderosas que, en realidad, ya no dependen tanto de la clase política. Varias están vinculadas directamente con el gran tráfico de drogas desde Colombia. La clase política ha perdido el control de estas bandas, aunque aún existen algunos lazos.

Hoy deben convivir con su presencia. ¿Cómo es la situación alrededor de su comunidad? ¿Qué tipo de tensión viven? ¿Son las pandillas un problema constante?

Ha habido un gran cambio respecto a la violencia de hace dos años, porque las líneas de frente se han movido. Antes, los enfrentamientos ocurrían en Cité Soleil y entre distintos barrios controlados por pandillas. Los niños y las familias eran las primeras víctimas. Desde julio de 2024, hubo un alto el fuego y las pandillas se aliaron entre sí. Cité Soleil se volvió relativamente tranquila. Sin embargo, estas alianzas comenzaron a atacar otros barrios de la ciudad. La violencia aumentó, provocando desplazamientos de población. Cuando las pandillas atacan, queman, matan y violan. La gente huye y no regresa. Se aglomera en escuelas o en lugares públicos. Además, ahora hay ataques en ciudades del interior, lo que es algo nuevo. Otras poblaciones también han tenido que huir.

¿Cuáles son las necesidades hoy?

La pobreza aumenta junto con la violencia, porque la gente que vivía al día en los mercados callejeros ya no encuentra productos accesibles debido a que las pandillas controlan las rutas. Hay tantos “peajes” que los transportistas deben pagar a los delincuentes para pasar, y eso hace que los precios se disparen.

Y en este contexto, ¿cómo logran que funcionen sus escuelas?

Nuestra comunidad, la Familia Kizito, vive de donaciones, lo que nos permite aún comprar alimentos. Recibimos donaciones que también nos permiten pagar a nuestros maestros. En general, son jóvenes que han terminado el bachillerato. Los remuneramos y eso les permite continuar sus estudios por la tarde. Las donaciones nos permiten seguir funcionando.

Más allá de la educación formal, ¿qué ofrecen a estos niños?

La escuela es, ante todo, un lugar de protección. Es una manera de sacarlos del peligro de la calle. Muchas veces, y especialmente los niños de siete u ocho años, si no hay comida en casa, se van. Comienzan a mendigar o a buscar chatarra en la basura, y se vuelven muy vulnerables, expuestos a ser reclutados por las pandillas. Con nosotros, tienen al menos una comida al día. Para muchos, la comunidad es una segunda familia, o incluso su verdadera familia. Los niños que vivían en la calle y ahora están en nuestros hogares de acogida, algunos habían perdido completamente el contacto con sus familias. Tratamos de reencontrarlos cuando es posible. Pero también tenemos muchos huérfanos, porque muchos padres jóvenes han sido asesinados. Tenemos muchísimos huérfanos y huérfanas.

Escucha el informe


Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí

02 noviembre 2025, 13:59