Día Internacional del Migrante: Fomentar la cultura del encuentro
Alvaro Vargas Martino - Ciudad del Vaticano
Con vistas al Día Internacional del Migrante, que se celebra el próximo 18 de diciembre bajo el lema “Mi gran historia: culturas y desarrollo”, que subraya cómo la movilidad humana impulsa el crecimiento, enriquece a las sociedades y ayuda a las comunidades a conectarse, adaptarse y apoyarse mutuamente, la Delegación de Pastoral de la Movilidad Humana de la Archidiócesis de Madrid destaca que este mensaje resulta “más urgente que nunca”, ya que la migración continúa configurando las economías, las comunidades y el desarrollo a escala mundial.
Sin embargo, la regulación ordenada y segura de los flujos migratorios, propuesta por la Iglesia en la Asamblea de las Naciones Unidas celebrada en Marrakech en 2018 y recogida en el Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular, aprobado formalmente por cerca de 160 países, “dista mucho de hacerse realidad”, advierte la Delegación de Migraciones, señalando que “las legislaciones en los ámbitos internacional, europeo y español tienden a ser cada vez más restrictivas, securitarias y cicateras en materia de derechos humanos”.
“Frente a esta preocupante realidad y al creciente aumento del miedo, los prejuicios y la xenofobia”, también presentes en la “sociedad madrileña e incluso dentro de la Iglesia”, en el marco de sus distintas tareas pastorales, la Delegación apuesta por “un modelo inclusivo, acogedor y hospitalario”, que fomente la cultura del encuentro y el enriquecimiento mutuo en todos los ámbitos: en las relaciones interpersonales, en la vida de la Iglesia, en la sociedad y en las diferentes administraciones públicas.
Y en este contexto, recuerda las palabras del cardenal José Cobo, Arzobispo de Madrid, en su homilía durante la Misa del Jubileo de los Migrantes y Refugiados y de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, en la catedral de la Almudena el pasado 5 de octubre, cuando dijo: “Frente a la intoxicación ideológica, el uso partidista del sufrimiento, los discursos de rechazo -que a veces se cuelan también en nuestra Iglesia-, el olvido de las causas y el dolor de los desplazamientos forzados, tenemos que dar a conocer relatos positivos de integración y de participación de las personas migrantes y refugiadas en la Iglesia y en la sociedad”.
En este sentido, la Delegación respalda la Iniciativa Legislativa Popular que busca que las personas que han echado raíces en la comunidad, y que “ conviven pacíficamente y trabajan en la economía sumergida”, puedan “aflorar y participar plenamente en los deberes y derechos colectivos”.
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