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Birmanos desplazados tras un bombardeo en la región de Rakhine. Birmanos desplazados tras un bombardeo en la región de Rakhine.  (AFP or licensors)

ACNUR: Más de3 millones de desplazados en Myanmar. Apoyo de las Hermanas Javerianas

Desde Nueva York, la agencia de la ONU vuelve a centrar la atención en el país del sudeste asiático y denuncia la tragedia del desplazamiento masivo. El compromiso de la Hermana Anna Teresa, de las Hermanas de San Francisco Javier: hacemos todo por amor a la misión, especialmente por los más jóvenes, por su educación y su dignidad. Nos llena de alegría ver esperanza en sus ojos.

William Gallone - Ciudad del Vaticano

Hay otra crisis olvidada que no recibe la atención que merece: Myanmar. Con estas palabras, desde el escenario de la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde se reúnen los líderes mundiales, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, llamó la atención sobre el país del sudeste asiático sumido en una guerra civil que involucra a numerosos grupos rebeldes y al ejército en el poder desde el golpe de Estado de 2021. Una guerra "muy dura y brutal", continuó Grandi, que ya ha obligado a tres millones de personas a huir de sus hogares, "probablemente más, en mi opinión".

Una catástrofe humanitaria

Aunque el mundo parece en gran medida inconsciente de las atrocidades cometidas en Myanmar, los datos más recientes proporcionados por ACNUR son claros: solo en agosto, más de 200.000 personas fueron desplazadas de sus hogares por los combates o las inundaciones. Los esfuerzos de las agencias humanitarias son ingentes, con 192.633 personas atendidas y 138.032 recibiendo asistencia, a pesar de que 6,3 millones de personas en las zonas afectadas por el terremoto del pasado marzo necesitan asistencia inmediata.

Los más jóvenes son los afectados

Detrás de estas cifras se esconden historias, a menudo de muy jóvenes. Me vienen a la mente los 19 estudiantes asesinados hace unos días en el internado del municipio de Kyauktaw, en el estado de Rakhine: tenían entre 15 y 21 años y murieron en un ataque aéreo en una de las regiones más inestables del país, escenario de meses de violentos combates entre el ejército y el Ejército de Arakan, que busca una mayor autonomía para la provincia costera.

Este caso no es aislado, ya que en agosto casi 500 ataques aéreos mataron a más de 40 niños y alcanzaron 15 escuelas. Sin embargo, en el propio estado de Rakhine, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) ha alertado sobre el aumento del hambre y la desnutrición, que afecta especialmente a la minoría musulmana rohinyá. Esta región limita con Bangladesh, una tierra de esperanza para muchos de esta minoría perseguida: más de un millón de rohinyás han conseguido encontrar refugio allí. Aquellos que no logran huir están sujetos a un destino terrible: según ACNUR, aproximadamente 620.000 personas pertenecientes a esta minoría musulmana ahora son apátridas o están detenidas.

El amor de la Hermana Anna Teresa por la misión

Incluso en el sur del país, desplazarse no es fácil, como explicó la hermana Anna Teresa, de las Hermanas de San Francisco Javier de Myanmar, a los medios vaticanos: «Durante la visita pastoral a nuestras comunidades, situadas entre Myeik y Dawei, donde están presentes tanto el gobierno militar como tropas rebeldes como la KNU (Unión Nacional Karen), el KNLA (Ejército de Liberación Nacional Karen) y las PDF (Fuerzas de Defensa del Pueblo), dedicamos ocho horas a un viaje que normalmente dura cuatro».

La hermana Anna Teresa explica que «el motivo del retraso fue que nuestro conductor tuvo que parar en cada puesto militar para mostrar sus documentos de identidad y pagar una tarifa por pasajero. Estos puestos, pertenecientes a diferentes tropas, estaban ubicados a solo un kilómetro de distancia, y allí tres o cuatro soldados nos revisaron, haciéndonos preguntas absurdas. Respondimos con claridad y respeto: temblamos al ver las armas. Algunos pasajeros nos dijeron que tuvimos suerte porque no hubo enfrentamientos en tierra, ni estaba vigente la ley que prohibía viajar de 18:00 a 06:00. Pero», concluye la misionera, «decidimos emprender esta aventura por amor a la misión, por nuestras hermanas y por su gente, especialmente por los niños y jóvenes que viven con nosotras, por su futuro, su educación y su dignidad. Nos alegró ver esperanza en sus ojos: una esperanza que, a pesar de todo, no se ha extinguido, aunque su llama sea cada vez más frágil».

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24 septiembre 2025, 15:40