Cisjordania, la alarma por los asentamientos y las consecuencias
Beatrice Guarrera - Roma
Hay 40.000 palestinos desplazados de los campos de refugiados de Yenín, Tulkarem, Nur Shams y Al-Far'a desde enero debido a las operaciones militares y los ataques de los colonos israelíes. En vísperas del Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores de la UE y del Consejo Europeo de los días 20 a 23 de octubre, Oxfam, Amnistía Internacional Italia y Cospe lanzaron un llamamiento urgente al gobierno italiano para que deje de comerciar con los asentamientos ilegales de Cisjordania. Según las organizaciones humanitarias -promotoras de una campaña presentada en la sala de prensa de la Cámara de Diputados el martes 14 de octubre- el comercio y las inversiones "en los territorios ilegalmente ocupados por Israel no hacen más que alimentar la dramática condición económica y social de más de 3,3 millones de palestinos en medio de demoliciones, desplazamientos masivos, robo de tierras, violencia y puestos de control, que no permiten la libre circulación".
La población de Cisjordania en el punto de mira
A pesar de la alegría por haber alcanzado un acuerdo de alto el fuego en Gaza, la atención sigue centrada en el resto de la población palestina de Cisjordania. Ha habido cientos de víctimas de la violencia de los colonos desde principios de año, mientras, entretanto, se ha aprobado la construcción de 3.400 nuevas viviendas en un bloqueo que interrumpe de hecho la circulación de los palestinos entre el norte y el sur de Cisjordania, debido a la intención de conectar Jerusalén Este y el asentamiento ilegal de Ma'ale Adumim.
"El control de Israel -explican las ONG- cuesta a la economía palestina miles de millones de dólares al año hasta la fecha, mientras que la pobreza en Cisjordania ha aumentado del 12% al 28% en los dos últimos años, con un incremento significativo de la tasa de desempleo".
Un control -denuncian- que sin una fuerte presión de la comunidad internacional, pronto podría convertirse en una verdadera anexión, dado que el Parlamento israelí ha aprobado recientemente una moción precisamente en este sentido.
Infraestructuras que los palestinos no pueden utilizar
La preocupación, dijo Paolo Pezzati, portavoz de Oxfam Italia para las crisis humanitarias, en los micrófonos de los medios de comunicación del Vaticano, es también por la repetición de "prácticas" consolidadas por parte de Israel: "Por un lado la demolición de estructuras preexistentes de carácter civil de naturaleza agrícola, y por otro la construcción gradual pero inexorable de nuevos asentamientos, de todas las infraestructuras que traen consigo. Por tanto, carreteras, redes eléctricas, redes de agua. Y ello también en detrimento de la propia capacidad de los palestinos para utilizarlas". A esto hay que añadir el muro de separación, los más de 800 puestos de control dentro de Cisjordania, que provocan dificultades extremas en la comunicación interna y que tienen "también repercusiones en la capacidad de desarrollo económico". De hecho, se ha desencadenado un aumento del desempleo, que luego lleva a la creación de "un círculo vicioso que, de hecho, también obliga a la gente a tener que ir a trabajar dentro de los asentamientos ilegales, para tener salarios de hambre y contratos opresivos".
Presión sobre la economía palestina
“La economía palestina siempre ha estado bajo presión", afirma Vittorio Longhi, responsable de incidencia política de la Cospe, "una forma de opresión por parte del gobierno israelí, por parte de los gobiernos israelíes desde el 67 en adelante. Baste decir que después del 7 de octubre de 2023, más de 250.000 personas fueron despedidas y expulsadas de Israel, agravando la situación de pobreza generalizada que ya alcanza al 60% de toda la población palestina". De ahí el objetivo de la campaña de pedir el cese del comercio con los asentamientos ilegales. "Debemos tener en cuenta", apela Longhi, "que es necesario apoyar la economía palestina, una economía de supervivencia, una economía de resistencia, una economía frágil que dispondría de todos los recursos. Pero precisamente porque hay una ocupación militar total, no tiene espacio para nacer, para crecer, para desarrollarse".
Tensión continua entre las poblaciones
La atención a la población que sigue sufriendo es también la de muchas otras asociaciones que se han unido a la campaña, entre ellas la Acli, que, como explica Italo Sandrini, vicepresidente nacional, lleva años comprometida con las cuestiones de la paz. Aunque todos nos alegramos de esta tregua", dice Sandrini, "hay que decir que, por desgracia, en ella no se mencionan los territorios ocupados de Cisjordania. Los que han estado allí -y yo he estado 2 o 3 veces- saben que la situación es menos obvia, pero también mucho más complicada. Algunos colonos utilizan métodos poco ortodoxos para abrirse paso en esos territorios. El peligro existe todos los días" y hay "una tensión continua para las poblaciones": "el suceso de la masacre del 7 de octubre ha agravado el problema". En Cisjordania, de hecho, "nada cambió antes y nada está cambiando después", explica el vicepresidente de Acli. La confirmación vino del testimonio del activista ganador de un Oscar por "No Other Land", Basel Adra, quien, en la rueda de prensa, relató el clima de violencia diaria que se vive en su pueblo de la zona de Masafer Yatta, en las colinas al sur de Hebrón, y aseguró que hasta nueve nuevos asentamientos han surgido en los últimos dos años.
Derechos humanos en juego
"Cuando están en juego los derechos humanos hay quienes pierden, las personas, y hay quienes se enriquecen, las empresas", afirma Riccardo Noury, portavoz de Amnistía Internacional Italia. Y si esto ocurre en territorios "ocupados, según el derecho internacional", el enriquecimiento también pasa a ser ilegal.
Tampoco hay que olvidar las devastadoras consecuencias del creciente número de colonias: "La población palestina se empobrece -explica-, sus tierras son confiscadas, su agua se desvía a colonias ilegales, sus pastos son declarados zonas militares o reservas naturales, no pueden construir en gran parte de la Cisjordania, sobre todo en la antigua zona C, la de los acuerdos de Oslo. Así que se llevan a cabo desalojos tras desalojos. Los derechos económicos y sociales se violan constantemente". Por lo tanto, concluye Noury, "es nuestro deber ocuparnos de ello, ya que el llamado acuerdo de paz no piensa en ello".
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí