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Niños desplazados a causa de la violencia en Cabo Delgado Niños desplazados a causa de la violencia en Cabo Delgado

Mozambique, Cabo Delgado un conflicto olvidado durante ocho años

Desde 2017, una insurgencia islamista ha azotado la región africana, causando más de 6.000 muertos y más de 1,3 millones de desplazados. En los últimos días, la ONU ha denunciado cómo los ataques han entrado en una fase de renovada intensidad: en septiembre, casi 22.000 personas se vieron obligadas a huir de sus hogares en una sola semana. El analista Giovanni Battista Martino: Nos enfrentamos a un "conflicto potencialmente destructivo".

Giada Aquilino - Ciudad del Vaticano

Un "conflicto potencialmente destructivo" que no encuentra "enorme eco en el mundo", salvo "en las palabras del Papa". Giovanni Battista Martino, investigador de la Universidad de Trieste y profesor de Historia e Instituciones Africanas, se refiere a la cercanía del Papa a la población de Cabo Delgado, Mozambique, expresada por León XIV a finales de agosto ante una "situación de inseguridad y violencia que sigue causando muertes y desplazamientos" en la región más septentrional del país africano, y rezó por el "restablecimiento de la seguridad y la paz". Durante ocho años, esa región ha sido escenario de sangrientos ataques yihadistas, que han causado más de 6.000 muertos y más de 1,3 millones de desplazados. En los últimos días, la ONU ha denunciado cómo el conflicto está experimentando una nueva fase de intensidad: en septiembre, casi 22.000 personas se vieron obligadas a huir de sus hogares en una sola semana.

De 2017 a la actualidad

El primer ataque de la insurgencia islamista ocurrió el 5 de octubre de 2017. En aquel momento, recuerda el analista, los atacantes eran «un grupo de una treintena de jóvenes fundamentalistas islámicos radicalizados que habían estudiado en el Golfo y habían regresado a Mozambique. Atacaron en Mocímboa da Praia para liberar a otros jóvenes que habían sido encarcelados, tras las quejas de las autoridades islámicas locales, por buscar la creación de un Estado islámico en la provincia de Cabo Delgado». Hasta la fecha, añade, «desconocemos si los movimientos actualmente activos están directamente vinculados a ese primer grupo. Hay indicios de cierta cercanía a las posturas islamistas: en 2019, ese grupo prestó juramento público de lealtad al autodenominado Estado Islámico. Posteriormente, en 2021, el gobierno de Estados Unidos reconoció la afiliación de este grupo mozambiqueño a la provincia centroafricana del autodenominado Estado Islámico, tratándolo como un caso de terrorismo internacional».

Cabo Delgado es una zona históricamente pobre, donde la población vive principalmente de la agricultura de subsistencia, "tras la expansión del cultivo de algodón, anacardo, cacahuete y otras materias primas comerciales durante el período colonial portugués". Sin embargo, al mismo tiempo, "es una región muy importante desde una perspectiva política e histórica, ya que la lucha por la liberación de Mozambique comenzó en Cabo Delgado" y es "extremadamente rica en recursos como el gas natural licuado en la península de Afungi y los rubíes en el distrito de Montepuez, descubiertos a principios de la década de 2000".

Los recursos de la zona

Según algunos analistas, el repunte de la violencia coincide con la inminente reanudación del gran proyecto de gas natural licuado en Palma, suspendido desde 2021 debido a la inestabilidad. "Sin duda, existen conexiones", explica Martino. El primero, directo, se atribuye a lo que podríamos llamar cierta 'publicidad' de las acciones violentas contra el o los sitios cercanos a Afungi, que, por lo tanto, amenazan concretamente la seguridad y la estabilidad de dicho proyecto. El segundo, indirecto, se refiere al hecho de que —y esto continúa— Mozambique garantiza la seguridad de la península de Afungi mediante un acuerdo con el ejército ruandés, también financiado con 20 millones de euros por el Mecanismo Europeo de Apoyo a la Paz. Se trata de una especie de "contrato con el ejército de Kigali para la protección de esa zona" para "aniquilar las bases de los grupos rebeldes más importantes ubicados a lo largo del curso sur del río Messalo". En septiembre, informa Martino, "los ruandeses y mozambiqueños lanzaron un ataque contra estas bases, lo que, sin embargo, provocó una mayor dispersión de estas fuerzas, con una mayor extensión geográfica y un mayor número de ataques".

Ataques a escuelas, centros de salud e iglesias

Se han reportado nuevos horrores en la región, incluyendo el secuestro de menores por grupos armados para incorporarlos a sus filas como niños soldados. «Desafortunadamente, se trata de una lacra generalizada, en la que los más pequeños se convierten en objetos en manos de los rebeldes. Esta insurrección», señala el investigador de la Universidad de Trieste, «muestra vínculos muy fuertes con la historia y las formas en que se desarrollaron los conflictos anteriores en la región». Esto es una clara referencia a la guerra civil de 16 años, que dejó un millón de muertos y más de cuatro millones de refugiados, y que culminó con la firma de un acuerdo de paz en Roma en 1992, tras un largo proceso de negociación promovido por la Comunidad de Sant'Egidio. «Las prácticas de los rebeldes tendieron, tanto entonces como ahora, a desestabilizar y romper la confianza entre los habitantes y las fuerzas del Estado, mediante la brutalización y el trauma de la población, destruyendo escuelas, centros de salud e iglesias».

La hermana Maria De Coppi fue asesinada en un atentado terrorista contra la misión comboniana de Chipene, en la provincia de Nampula, fronteriza con Cabo Delgado, el 6 de septiembre de 2022. Unos días después, el papa Francisco, quien había visitado Mozambique en 2019, recordó su "servicio amoroso durante casi sesenta años" en esa tierra: su testimonio, dijo, "da fuerza y ​​valor a los cristianos y a todo el pueblo mozambiqueño". Estas mismas personas se enfrentan ahora a una nueva ola de violencia.

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10 octubre 2025, 10:20