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Misa en sufragio del Papa Francisco en la Plaza de Mayo de Buenos Aires (foto © Enrique Cangas) Misa en sufragio del Papa Francisco en la Plaza de Mayo de Buenos Aires (foto © Enrique Cangas) 

El abrazo al Papa desde Buenos Aires: «Gracias, te queremos»

Una multitud de ciudadanos de la capital argentina despidió el pasado 26 de abril al Papa Francisco con una misa en la histórica Plaza de Mayo presidida por el arzobispo, monseñor Jorge Ignacio García Cuerva. En peregrinación a los «lugares» del dolor que solía visitar el arzobispo Bergoglio

Silvina Oranges – Buenos Aires

En un clima de profunda emoción y respeto, bajo el cálido sol de una mañana otoñal, una multitud de porteños despidió el pasado 26 de abril al Papa Francisco con una misa y un «abrazo simbólico» en torno a la histórica Plaza de Mayo.

La misa funeral por el eterno descanso de Francisco comenzó a las diez de la mañana en un altar instalado en el exterior de la Catedral Metropolitana, pocas horas después del funeral celebrado en el Vaticano ante la presencia de importantes líderes mundiales.

 

La celebración fue presidida por el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge Ignacio García Cuerva, y concelebrada por los cuatro obispos auxiliares – monseñor Iván Dornelles, monseñor Alejandro Pardo, monseñor Alejandro Giorgi y monseñor Pedro Cannavó – así como por numerosos obispos de las diócesis argentinas y decenas de sacerdotes de la archidiócesis de Buenos Aires. También estuvo presente el Nuncio Apostólico en Argentina, monseñor Miroslaw Adamczyk.

El arzobispo de Buenos Aires celebra la misa por el Papa Francisco (foto © Enrique Cangas)
El arzobispo de Buenos Aires celebra la misa por el Papa Francisco (foto © Enrique Cangas)

«El Padre de todos ha muerto»

Tras la lectura del Evangelio según San Marcos, que narra la aparición de Jesús resucitado a María Magdalena y a los discípulos, monseñor García Cuerva – que, fiel al espíritu de Francisco, optó por no acudir al Vaticano para el funeral, prefiriendo quedarse en Buenos Aires para acompañar a los fieles – dijo en su homilía:

“El Evangelio de hoy nos dice que los que habían seguido a Jesús estaban afligidos y lloraban. Como nosotros hoy: lloramos porque no queremos que la muerte tenga la última palabra; lloramos porque el padre de todos ha muerto; lloramos porque ya sentimos su ausencia física en nuestros corazones; lloramos porque nos sentimos huérfanos; lloramos porque todavía no podemos comprender plenamente el alcance de su magisterio mundial; lloramos porque ya le echamos inmensamente de menos”

Preocupación por los frágiles

«No queremos que nos pase lo que cantaba Carlos Gardel en uno de sus tangos: Las lágrimas retenidas se niegan a fluir, y no me consuela llorar», añadió, citando al icono del tango argentino.

En otro pasaje de la homilía, el arzobispo destacó que Francisco, «como todo buen padre, fue padre de todos, pero tuvo una especial preocupación por los más frágiles, mostrando predilección por los últimos, los marginados, los enfermos, los descartados de esta sociedad; un corazón de pastor, a imagen del corazón de Jesús, siempre dispuesto a escuchar y perdonar, invitándonos a su vez a comprometernos con los que sufren».

A continuación, el arzobispo García Cuerva invitó a los fieles a «dirigir su mirada al frontón de la Catedral, donde Jorge Mario Bergoglio fue su arzobispo desde 1998», y donde se representa el encuentro bíblico entre el patriarca Jacob y su hijo José.

«Buenos Aires se reconcilió con la Confederación Argentina en un pacto fraterno, sellado en San José de Flores en 1859. Se eligió esta escena para perpetuar a través del arte la reconciliación nacional alcanzada», explicó el arzobispo. 

«Hoy me gustaría que volviéramos a fijar esa mirada e imagináramos el abrazo que nos debemos los argentinos: el abrazo negado a los que piensan distinto, a los que viven según otras costumbres o formas de ser; el abrazo que nos perdimos hacia los que sufren; los abrazos que no pudimos intercambiar durante la pandemia», continuó.

Multitud en la histórica Plaza de Mayo (foto © Enrique Cangas)
Multitud en la histórica Plaza de Mayo (foto © Enrique Cangas)

Concretar su magisterio

«Como pueblo, queremos ofrecer a Francisco un gran abrazo y decirle: gracias, perdónanos, te queremos. Pero también sabemos, como he dicho, que aún nos debemos muchos abrazos; por eso queremos ofrecerle el mejor regalo posible: comprometernos a concretar, como Iglesia y como sociedad, su magisterio, para vivir por fin esa tan anhelada fraternidad entre nosotros los argentinos», concluyó su homilía, varias veces interrumpida por los aplausos de los presentes.

Fuertes ovaciones se levantaron cuando monseñor García Cuerva habló del deber de «no dejar nunca solos a los pobres», cuando parafraseó al Papa recordando que en la Iglesia «entran todos, todos, todos» y cuando instó a «no dejarse robar la alegría».

Velas y antorchas

Antes de la misa, jóvenes de movimientos sociales de Buenos Aires se habían reunido al amanecer en las escalinatas de la Catedral para celebrar una vigilia, con velas y antorchas, tras la retransmisión oficial del funeral desde el Vaticano. A lo largo de la Avenida de Mayo se instalaron equipos audiovisuales y pantallas gigantes para que la gran multitud pudiera seguir la celebración. Unos 206 periodistas nacionales e internacionales se acreditaron para cubrir el histórico acontecimiento.

Al final de la misa, tuvo lugar el gesto simbólico del abrazo de Francisco al pueblo argentino: una enorme imagen del Papa rodeó la Plaza de Mayo. Los fieles, agitando pañuelos blancos y acompañados por el sonido de las sirenas, participaron en una emotiva procesión, una caravana de acción de gracias por la vida del hombre nacido el 17 de diciembre de 1936 en el barrio de Flores.

«Viva el Papa y viva Argentina», gritaban. Mientras tanto, imágenes y mensajes de Bergoglio, como arzobispo de Buenos Aires y como el Papa Francisco, aparecían en las pantallas gigantes. Pancartas y carteles del Movimiento Evita, de la Universidad Católica, de la parroquia de San José de Flores, de la Corriente Clasista y Combativa, de Barrios de Pie y de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), entre muchos otros, se mezclaban en la Plaza.

Las autoridades presentes (foto © Enrique Cangas)
Las autoridades presentes (foto © Enrique Cangas)

Las autoridades presentes

El acto contó con la presencia de la vicepresidenta de la Nación, Victoria Villarruel; el intendente de la Ciudad de Buenos Aires, Jorge Macri; y el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, junto a otros dirigentes políticos y sociales. También estuvieron presentes delegaciones de barrios y villas populares, miembros de UTEP y sindicalistas de la Confederación General del Trabajo (CGT), así como representantes de otras confesiones religiosas. En varios momentos de la misa, el arzobispo de Buenos Aires se emocionó hasta las lágrimas, sin dejar de hablar con la voz quebrada.

En los «lugares del dolor»

La última vez que Bergoglio pisó la Plaza de Mayo fue el 26 de febrero del 2013, el día que partió hacia el Cónclave que lo elegiría sucesor de Benedicto XVI. Entonces, vivía en una modesta habitación del edificio del arzobispado, junto a la Catedral.

Sus colaboradores cuentan que le encantaba recorrer la Plaza por la noche para ayudar a los que vivían en la calle, teniendo los aseos del arzobispado abiertos para ellos. En esa misma Plaza, en el año 2000, plantó un olivo como símbolo de paz y diálogo entre religiones, y desde allí tomaba a menudo el metro para llegar a las parroquias o visitar sus lugares preferidos: las villas y los barrios populares.

El sábado por la tarde, como homenaje a Francisco, las comunidades de los «Hogares de Cristo» – una iniciativa impulsada por él para alejar a los jóvenes de la drogadicción – organizaron una peregrinación por los «lugares del dolor» de Buenos Aires que Bergoglio solía visitar: la Casa Mama Antula, la Plaza Constitución, el Hospital Borda, la cárcel Muñiz y la parroquia Virgen de Caacupé, en la villa 21-24.

«Recordaremos sus palabras e imitaremos los gestos del entonces cardenal Bergoglio, con quien aprendimos a ser una Iglesia en salida, más parecida a un hospital de campaña que a otra cosa», dijo el Equipo de Sacerdotes de Barrios Populares y Villas de Argentina.

«Este pacto de amor a Francisco lo renovaremos todos los años, como parte de su legado, y seguiremos yendo a aquellos lugares donde él nos enseñó a ser una Iglesia pobre para los pobres, como siempre soñó».

El abrazo al Papa en «su» Buenos Aires
El abrazo al Papa en «su» Buenos Aires

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28 abril 2025, 10:05