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Tras los pasos de los Papas en Líbano, “País mensaje” para la paz

Con motivo del primer viaje apostólico del Papa León XIV a Turquía (Türkiye) y Líbano, recorremos algunos momentos de las visitas de los Pontífices a la “tierra de los cedros”. Visitaron este país Pablo VI en 1964, para hacer una escala antes de su peregrinación a la India, Juan Pablo II en 1997 y Benedicto XVI en 2012.

Amedeo Lomonaco – Ciudad del Vaticano

El de Líbano es un viaje en la ruta de la paz. El Papa León XIV, después de su viaje a Turquía (Türkiye), se dirige a este país del 30 de noviembre al 2 de diciembre de 2025.

Con ello, cumple el deseo de su predecesor Francisco, quien hubiera querido visitar el “País de los cedros”. El objetivo del primer viaje apostólico de León a esta tierra del “Cercano Oriente”, en la costa oriental del Mar Mediterráneo, es llevar esperanza a una región marcada por conflictos y fortalecer el diálogo interreligioso.

En un tiempo signado por la violencia y los conflictos, las religiones pueden tener una tarea común: promover la paz y salvaguardar la Creación. Uno de los momentos centrales de la visita del Papa al Líbano será la oración silenciosa, el 2 de diciembre, en el lugar de la explosión del puerto de Beirut que en 2020 provocó la muerte de más de 200 personas.

Pablo VI y la escala en Beirut en 1964

El primer Pontífice en pisar suelo libanés fue Pablo VI, el 2 de diciembre de 1964. No se trató de un viaje apostólico propiamente dicho, sino de una breve escala que precedió la peregrinación a la India con motivo del Congreso Eucarístico de Bombay.

Cuando el avión del Papa aterrizó en la pista del aeropuerto de Beirut, las campanas de todas las iglesias de la ciudad tocaban a rebato. A este “coro”, según informa L'Osservatore Romano en la crónica de esa jornada, se asociaron también las iglesias ortodoxas. Las imágenes de archivo muestran a una multitud de miles de libaneses alrededor del aeropuerto. También se aprecian grupos de personas en los balcones y ventanas tratando al menos de vislumbrar al Pontífice.

Una cálida acogida

A pesar de que el mes de diciembre acababa de comenzar, el Papa Montini fue recibido, ante todo, por un sol radiante y una temperatura primaveral. En la ceremonia de bienvenida, Pablo VI y el entonces presidente libanés, Charles Helou, tomaron asiento en un podio para escuchar el himno pontificio y luego el libanés. Las palabras del Papa, pronunciadas en francés, fueron interrumpidas repetidamente por las aclamaciones de la multitud.

“El Líbano, Nos es agradable decirlo en esta ocasión, ocupa un honroso lugar en el concierto de las naciones”.

El Papa también explicó la razón de aquella escala en Líbano antes del viaje apostólico a la India: "La Providencia -sostuvo- ha permitido que de esta manera pudiéramos responder a la invitación que no pudimos darle acogida cuando nuestro viaje a Tierra Santa y que las autoridades libanesas, una vez más, nos habían renovado amablemente en esta ocasión".

Antes de reanudar el viaje hacia Asia, Pablo VI agradeció a las autoridades libanesas por la acogida recibida y pronunció unas breves palabras: 

"Saludamos igualmente con la mayor cordialidad a cuantos, sin distinción de ritos ni de comunidad, han querido manifestar, con su presencia aquí, su estima de los valores espirituales de los que la Iglesia es depositaria, y al mismo tiempo manifestar su benevolencia hacia nuestra humilde persona. El mundo árabe, al que pertenecen, se nos mostró, cuando nuestro viaje a Tierra Santa, con un carácter de espontaneidad en la acogida, de gozoso entusiasmo, que han quedado y quedarán por siempre impresos en nuestro recuerdo."

Los momentos que precedieron la partida fueron agitados. La multitud presionaba cada vez más contra los cordones. El servicio de seguridad y la policía apenas lograban mantener abierto un hueco para el Papa. Una joven azafata de tierra, empujada por la multitud, cayó y se hizo daño en una pierna. Cuando el Papa vio a la mujer, se inclinó y la ayudó a levantarse, dedicándole palabras de consuelo.

Juan Pablo I y el Líbano

El Papa Juan Pablo I no viajó al Líbano, pero habría querido realizar un viaje apostólico a este país. Así lo reveló, dos días después de la muerte del Pontífice (ocurrida el 28 de septiembre de 1978), el Patriarca Antoine Khoraiche de Antioquía de los Maronitas en una entrevista concedida a Radio Vaticana.

En el texto del noticiero radiofónico del 30 de septiembre de 1978 de la emisora pontificia se lee esta declaración: El Papa Luciani —afirma el Patriarca, cuyas palabras fueron recogidas también en la “Biografia ex documentis” del Pontífice véneto a cargo de la Fundación vaticana Juan Pablo I— “pensaba realizar una visita especial al Líbano para trabajar personalmente por el restablecimiento de la paz entre los hijos de aquella nación”.

“Él —añade— también nos había prometido benévolamente recibirnos una segunda vez, antes de nuestro regreso al Líbano, en audiencia privada, en la que trataríamos el tema de dicha visita”.

La referencia al “País de los cedros” aparece varias veces durante el breve Pontificado de Juan Pablo I. En el radiomensaje "Urbi et orbi" del 27 de agosto de 1978, pronunció estas palabras: “Pensamos de modo particular en la atormentada región del Líbano, en la situación de la Tierra de Jesús, en la faja del Sahel, en la India tan probada, y en todos aquellos hijos y hermanos que sufren dolorosas privaciones, sea por las condiciones sociales y políticas, sea a consecuencia de desastres naturales”. Un país que en aquel período histórico estaba sacudido por la guerra civil.

El viaje apostólico de Juan Pablo II en 1997

Los primeros años del Pontificado del Papa Juan Pablo II coincidieron, por tanto, con una página dramática de la historia libanesa: el conflicto civil, que duró 15 años (de 1975 a 1990) y que costó la vida a más de 150 mil personas.

El Papa Wojtyła, que fue elegido a la Sede de Pedro en 1978, viajó al Líbano en 1997, un período marcado por una persistente situación de inestabilidad. La ocasión fue la firma de la Exhortación Apostólica post-sinodal y la conclusión del Sínodo libanés. En esta tierra, sacudida por heridas lacerantes, el Pontífice polaco exhortó a construir puentes. Y el Líbano puede ser un modelo para otros Estados y naciones.

Durante su Pontificado, Juan Pablo II definió al Estado libanés como un "País mensaje". “El Líbano —escribió en la carta apostólica a todos los obispos de la Iglesia católica sobre la situación de esta tierra— es algo más que un país: es un mensaje de libertad y un ejemplo de pluralismo tanto para Oriente como para Occidente”. Esta es una expresión que los libaneses siguen utilizando a menudo hoy en día para destacar la misión particular de su nación: un mosaico y un ejemplo de convivencia de las diversas comunidades religiosas que la constituyen.

El Papa Juan Pablo II en Líbano en 1997
El Papa Juan Pablo II en Líbano en 1997

Los jóvenes llamados a derribar los muros

Uno de los momentos esenciales del viaje apostólico del Papa Wojtyła, que se desarrolló entre el 10 y el 11 de mayo de 1997, fue el encuentro con los jóvenes en la Basílica de Nuestra Señora del Líbano. Allí dirigió un mensaje a las nuevas generaciones libanesas, que tienen “sed de paz y de fraternidad”.

"En realidad, a vosotros corresponde hacer que caigan los muros que hayan podido surgir durante los dolorosos períodos de la historia de vuestra nación; no levantéis nuevos muros en vuestro país. Al contrario, debéis construir puentes entre las personas, entre las familias y entre las diversas comunidades. Espero que en la vida diaria realicéis gestos de reconciliación, para pasar de la desconfianza a la confianza. También debéis hacer que cada libanés, en especial cada joven, pueda participar en la vida social, en la casa común. Así nacerá una nueva fraternidad y se crearán sólidos vínculos, pues el arma principal y decisiva para la construcción del Líbano es el amor. Si acudís a la intimidad con el Señor, manantial del amor y de la paz, seréis también vosotros artífices de paz y de amor". 

La despedida

La última instantánea del viaje apostólico de Juan Pablo II en Líbano es la ceremonia de despedida en el aeropuerto de Beirut.

"A lo largo de las celebraciones y los diversos encuentros que he tenido -expresó en aquella instancia-, he constatado el profundo amor que los católicos libaneses y todos sus compatriotas sienten hacia su patria, así como su apego a su cultura y tradiciones. Se han mantenido fieles a su tierra y a su patrimonio en numerosas circunstancias, y siguen manifestando hoy esa misma fidelidad".

Una fe, y una fidelidad, que atraviesan la historia y acogen también al sucesor del Papa Wojtyła.

El viaje apostólico de Benedicto XVI en 2012

De este modo, el viaje apostólico de Benedicto XVI, realizado del 14 al 16 de septiembre de 2012, estuvo marcado por la fraternidad y el diálogo. La ocasión fue la firma y publicación de la Exhortación Apostólica Post-sinodal Ecclesia in Medio Oriente.

El Pontífice, durante la ceremonia de bienvenida, no olvidó “los eventos tristes y dolorosos” que han afligido al país durante largos años, y recordó el modelo libanés, el “País mensaje”:

"La buena convivencia, típicamente libanesa, debe demostrar, a todo Oriente Medio y al resto del mundo, que dentro de una nación puede haber colaboración entre las diferentes Iglesias, miembros todos de la única Iglesia católica, en un espíritu fraternal de comunión con los demás cristianos y, al mismo tiempo, la convivencia y el diálogo respetuoso entre los cristianos y sus hermanos de otras religiones".

Benedicto XVI en Líbano, en 2012
Benedicto XVI en Líbano, en 2012

Los jóvenes son la esperanza del Líbano

En la visita a la Basílica de San Pablo en Harissa, Benedicto XVI subrayó que "la buena convivencia del Islam y el Cristianismo, que han contribuido a crear grandes culturas, constituyen la originalidad de la vida social, política y religiosa del Líbano".

En el encuentro con los jóvenes en la explanada frente al Patriarcado Maronita de Bkerké, resonaron las palabras pronunciadas en Líbano en 1997 por Juan Pablo II.

"Jóvenes libaneses, sois la esperanza y el futuro de vuestro país. Vosotros sois el Líbano, tierra de acogida, de convivencia, con una increíble capacidad de adaptación. Y, en estos momentos, no podemos olvidar a esos millones de personas que forman la diáspora libanesa, y que mantienen fuertes lazos con su país de origen. Jóvenes del Líbano, sed acogedores y abiertos, como Cristo os pide y como vuestro país os enseña".

La despedida

El momento conclusivo del viaje apostólico de Benedicto XVI en Líbano fue la ceremonia de despedida, durante la cual el Pontífice alemán manifestó un deseo en especial: “Que el Líbano continúe siendo un espacio donde los hombres y las mujeres puedan vivir en armonía y en paz los unos con los otros para dar al mundo, no sólo el testimonio de la existencia de Dios, primer tema del pasado Sínodo, sino también el de la comunión entre los hombres, cualquiera que sea su sensibilidad política, comunitaria o religiosa, segundo tema de dicho Sínodo".

León en Líbano “con los ojos” de Francisco

El Líbano ahora espera al Papa León XIV, quien viaja a este país con “los ojos” de Francisco. Es una tierra que el Papa argentino no visitó como Pontífice, pero el “País de los Cedros” siempre ha tenido un lugar especial en su corazón y en su magisterio.

En 2013, para el primer Viernes Santo de su Pontificado, los textos de las meditaciones para el Vía Crucis en el Coliseo fueron escritos por jóvenes libaneses. “Haz, Señor —se escuchó aquella noche, entre otras cosas— que la sangre de las víctimas inocentes sea la semilla de un nuevo Oriente más fraterno, más pacífico y más justo”.

El Líbano, de hecho, es como el cedro, un árbol majestuoso que puede alcanzar los 40 metros de altura. Se distingue por su copa expandida. Parece querer abrazar y acoger, como el pueblo libanés, a cada persona sin cálculos ni distinciones. El Líbano, al igual que este árbol, quiere seguir siendo un mensaje de paz.

Una vista de Beirut
Una vista de Beirut

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27 noviembre 2025, 19:09