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El Papa León XIV: Garantizar que la voz de la Iglesia se escuche en Europa

En su discurso a la delegación del grupo European Conservatories and Reformists del Parlamento Europeo, el Pontífice destaca la importancia del vínculo entre el cristianismo y la historia del continente europeo. Además, ha propuesto a los presentes seguir el ejemplo de santo Tomás Moro, patrono de los políticos.

Rocio Lancho García - Ciudad del Vaticano

El sello distintivo de cualquier sociedad civil es que los desacuerdos se discuten con cortesía y respeto, así como de la capacidad de estar en desacuerdo, escuchar atentamente e incluso entablar un diálogo con aquellos que consideramos adversarios. Esto testimonia nuestro respeto por la dignidad de todos los hombres y las mujeres donada por Dios.

Son palabras del Papa León XIV, esta mañana 10 de diciembre, en su discurso a la delegación del grupo European Conservatories and Reformists del Parlamento Europeo, que se encuentran en Roma para participar en una conferencia de dicho grupo que se está celebrando estos días.

El Santo Padre ha dado las gracias a los presentes por su trabajo al servir “no solo a aquellos que representáis en el Parlamento Europeo”, sino también “a todas las personas en vuestras comunidades”. Tener un alto encargo en la sociedad –ha asegurado el Pontífice– conlleva la responsabilidad de promover el bien común. Por tanto, ha animado a los presentes “a no perder nunca de vista a las personas olvidadas, a las que están en los márgenes, a las que Jesús ha llamado ‘los más pequeños’ entre nosotros”.

Asimismo, ha asegurado que, como funcionarios democráticamente elegidos, “reflejáis una variedad de puntos de vista que se sitúan en un amplio espectro de opiniones diferentes”. De hecho, prosiguió León XIV, “uno de los objetivos esenciales de un parlamento es consentir que estos puntos de vista sean expresados y discutidos”.

El Santo Padre ha invitado a los presentes a fijarse en santo Tomás Moro, patrono de los políticos, “cuya sabiduría, valentía y defensa de la conciencia son una inspiración sin tiempo para los que buscan promover el bienestar de la sociedad”.

Por otro lado, el Papa León XIV ha retomado el llamamiento de sus predecesores más recientes: “la identidad europea puede ser comprendida y promovida solo en referencia a sus raíces judeo-cristianas”. El fin de proteger la herencia religiosa de este continente –ha añadido– no es simplemente el de salvaguardar los derechos de sus comunidades cristianas, ni se trata de preservar costumbres particulares o tradiciones sociales, que igualmente cambian de un lugar a otro y en la historia. Es sobre todo “un reconocimiento de un hecho”, ha subrayado.

El Pontífice ha aseverado que “todos son beneficiarios de la contribución que los miembros de las comunidades cristianas han dado y siguen dando por el bien de la sociedad europea”. A propósito, ha recordado algunos desarrollos importantes de la civilización occidental, “especialmente los tesoros culturales de sus imponentes catedrales, el arte y la música sublime y los progresos en la ciencia”, así como “el crecimiento y la difusión de las universidades”. Estos desarrollos –ha explicado– crean un vínculo intrínseco entre el cristianismo y la historia europea, una historia que debe ser apreciada y celebrada.

De forma particular, León XIV ha citado los “ricos principios éticos y los modelos de pensamiento que constituyen el patrimonio intelectual de la Europa cristiana”. Al respecto ha asegurado que son esenciales “para salvaguardar los derechos donados por Dios y la dignidad inherente de toda persona humana, desde la concepción hasta la muerte natural”.

Del mismo modo ha recordado que “son fundamentales también para responder a los desafíos presentados por pobreza, exclusión social, privación económica, como también por la crisis climática, la violencia y las guerras actuales”. Asegurar que la voz de la Iglesia siga siendo escuchada significa “garantizar que recursos fundamentales para la cooperación futura y la integración no se pierdan”, ha afirmado el Papa.

Para concluir, el Santo Padre ha reiterado la importancia de lo que Benedicto XVI indicó como diálogo necesario entre “el mundo de la razón y el mundo de la fe —el mundo de la racionalidad secular y el mundo de las creencias religiosas” (Encuentro con las Autoridades civiles, Westminster Hall, Londres, 17 de septiembre de 2010). De hecho, esta conversación pública, “es esencial para el respeto de la competencia específica de cada uno, como también para aportar lo que el otro necesita, es decir, un rol mutuamente ‘purificador’ para asegurar que nadie caiga preso de distorsiones”.

Finalmente, el Pontífice ha asegurado su oración para que los presentes hagan su parte “participando positivamente en este importante diálogo, no sólo por el bien de los pueblos de Europa, sino también de toda la familia humana”.

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10 diciembre 2025, 11:26