Gugerotti: «Que los cristianos sean protagonistas en Siria»
Stefano Leszczynski - Enviado a Siria
La carretera de Damasco a Alepo es el epítome del martirio que ha sufrido Siria en la última década. Al salir de la ciudad se ven cuarteles abandonados ennegrecidos por las llamas, aquí y allá los carteles de Bashar al-Assad rotos y quemados coronados por las nuevas banderas nacionales; a lo largo de la autopista vehículos militares todavía acribillados por las balas de guerra y suburbios enteros arrasados. Un escenario que se repite sin cesar al pasar por Hama, donde las fábricas locales han cerrado y muchas plantas han sido destruidas. Luego Homs, cuyas afueras están salpicadas de pueblos desiertos, con la excepción de algunos campos de desplazados. Lo mismo ocurre con la campiña de Idlib, donde a todo lo demás se suman las ruinas del terremoto de 2023. Y, por último, después de los puestos de control dispersos atendidos por unos pocos milicianos aburridos, Alepo con su carga de dolor y sufrimiento.
La «nueva» Siria aún en gestación
Aquí, a la que antes de la guerra era la tercera ciudad cristiana del mundo árabe, con más de 300.000 miembros pertenecientes a una docena de confesiones diferentes y hoy reducida a menos de treinta mil, llegó el domingo el enviado del Papa Francisco, el cardenal Claudio Gugerotti, prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales. «La nueva Siria está aún en gestación, - dijo a los fieles latinos con los que conversó en la gran iglesia de San Francisco - pero cuando nazca necesitará una buena partera y ésta es una tarea que corresponde a los cristianos.» Las dificultades e incertidumbres a las que se enfrentan los cristianos de todas las confesiones -reconoció el cardenal- son enormes, pero los temores resultantes no deben llevar a la parálisis. Los cristianos de Siria deben hacer todo lo posible para ganarse un papel en pie de igualdad con todos los demás ciudadanos y encontrar la manera de ofrecer su contribución a la construcción de una nueva nación».
El abrazo del Papa llegó a los cristianos de Alepo con la intensidad y el afecto debidos a quienes temían haber sido olvidados. «Ser un solo cuerpo- dijo el cardenal Gugerotti durante la homilía dominical-significa que todos los miembros tienen la misma importancia. No se puede ser egoísta y éste es el sentido de ser cristiano».
Encuentro con la madre de un sacerdote secuestrado
Al término de la celebración eucarística en la iglesia franciscana, el enviado del Papa se reunió con los familiares de un sacerdote secuestrado en 2012 y luego desaparecido. La misma suerte corrió un sacerdote ortodoxo griego que viajaba con él. Fue la madre del clérigo quien relató entre lágrimas la desesperación de quienes ni siquiera pueden llorar el cadáver de su hijo. Para ella, la única esperanza de una nueva Siria es la de una tumba en la que depositar una flor. Otro testimonio del dolor sufrido por la población local en los últimos años fue el encuentro con las hermanas de una monja de Alepo que fue alcanzada mortalmente por un misil al comienzo de la guerra.
El regreso de los refugiados
También en el monasterio franciscano, el Prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales se reunió con el Embajador de Italia, Stefano Ravagnan, y con el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, al final de la ajetreada jornada. Desde el 8 de diciembre -subraya el responsable del ACNUR- los refugiados han comenzado a regresar a Siria, al menos 210.000 han regresado hasta ahora desde los países vecinos, mientras que unos 600.000 desplazados internos han podido volver a sus hogares. «Ahora -afirma el Alto Comisionado- es el momento de que la comunidad internacional asuma riesgos para facilitar el proceso de transición y la normalización del país».
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