La cárcel, cuando la cultura se convierte en un laboratorio de esperanza y futuro

Amedeo Lomonaco - Ciudad del Vaticano

La cárcel no es solo dolor, hacinamiento, suicidios. La cultura puede ser, también y sobre todo en las instituciones penitenciarias, un instrumento de emancipación y dignidad. Un canto libre para crecer y madurar, para «escapar» más allá de los barrotes de la celda. En esta perspectiva se inscribe el encuentro titulado La cultura es vida en los lugares de detención, promovido por el Dicasterio para la Cultura y la Educación y el Dicasterio para la Comunicación. El acto, celebrado la tarde del 10 de abril en el Aula San Pío X, contó con la participación de expertos del mundo académico, artístico, periodístico y cultural.

De Mendonça: la cultura es una esperanza concreta

Inauguró el encuentro el cardenal José Tolentino de Mendonça, Prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación. «La atención y la sensibilidad hacia las comunidades carcelarias es un don compartido por todos los responsables de la gestión de estas realidades y por muchas asociaciones, instituciones. La cárcel puede ser un lugar para la búsqueda «de una humanidad más profunda». En la entrevista concedida a Radio Vaticano - Vatican News, el cardenal continuó explicando que «la cultura es una gran oportunidad para el conocimiento, la ocasión para una esperanza concreta que nos llega de muchas formas».

«La cultura es el arte de construir una idea de la vida y esto también puede ocurrir dentro de una prisión. Nosotros que estamos fuera de la cárcel», dijo el cardenal José Tolentino de Mendonça, “estamos llamados a asumir una responsabilidad social y cultural frente a estos lugares de detención que deben ser también laboratorios de esperanza, de futuro”.

Ruffini: la cultura ya es libertad

El Prefecto del Dicasterio para la Comunicación, Paolo Ruffini, recordó que el encuentro «La cultura es vida en los lugares de detención» nació del deseo de volver a conectar «el hilo que une el Jubileo con la cárcel, ofreciendo la perspectiva del cambio, de la conversión y la posibilidad de un nuevo comienzo. Se puede conectar la cárcel con la libertad, se puede conectar el mal cometido con un bien futuro; se puede reparar, regenerar y perdonar». La sociedad a menudo «tira la llave en lugar de abrir la puerta» y éste es el mayor desafío para la cultura: «el de abrirse a la esperanza incluso cuando todo parece perdido». En la entrevista concedida a Vatican News - Radio Vaticano, el prefecto subrayó también que «la cultura nos saca de cualquier encierro en el que nos encerramos y, por tanto, también de los que son los muros, los barrotes de una cárcel».

«No hay nada que nos libere más que la cultura, que nos haga volar más allá de nosotros mismos hacia el encuentro con la memoria, con la historia, con la literatura y con todo lo que ha hecho cultura en la historia. Creo que esto -explicó el Prefecto del Dicasterio para la Comunicación- nos ayuda a recuperar el sentido de nuestro ser humano. Esto tiene que ver también con la comunicación. La cultura nos ayuda a transfigurar en bueno incluso lo que era malo. Dar espacio a la cultura incluso en la cárcel es un gran desafío: un desafío que nos hace redescubrir la belleza de ser humanos, hermanos y hermanas todos». «El Papa Francisco dijo cómo la cultura es una anticipación de la libertad. Podríamos decir -dijo el prefecto Paolo Ruffini- que la cultura es ya en sí misma libertad».