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El arzobispo Gallagher en el congreso «Hacerse cercano en la esperanza» El arzobispo Gallagher en el congreso «Hacerse cercano en la esperanza»  

Gallagher: la diplomacia vaticana es para el bien común

Interviniendo en la conferencia "Hacerse cercanos en la esperanza. Testimonio de religiones y diplomacia de la caridad política", promovida en Roma por la asociación internacional Carità Politica, el Secretario para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales ilustró la experiencia de la Santa Sede en las relaciones internacionales. La decisión de mantener canales abiertos incluso con "regímenes autoritarios", explicó, puede dar lugar a "intervenciones más eficaces que la

Edoardo Giribaldi - Ciudad del Vaticano

“Hacerse cercano" es el sentido más profundo de una diplomacia al servicio del bien común, y no de intereses particulares. Es la perspectiva que guía la acción de la Santa Sede en sus relaciones con los Estados: incluso en las situaciones más "cristalizadas", la diplomacia papal rechaza la resignación y adopta un doble enfoque: afrontar las crisis inmediatas y, al mismo tiempo, construir una visión a largo plazo que trascienda los "ciclos electorales". No se trata de un lujo, sino de una necesidad estratégica, que también comporta riesgos. Mantener relaciones con la mayoría de los países del mundo puede, de hecho, hacer que la Santa Sede se perciba a sí misma como "excesivamente complaciente con los regímenes autoritarios", pero la presencia diplomática sigue siendo "la única forma de influir en sistemas a los que, de otro modo, sería difícil llegar". Son palabras del arzobispo Paul Richard Gallagher, Secretario para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales, en su discurso del 13 de octubre, en Roma, en el Aula Pío XI del Palacio San Calisto, en el contexto de la conferencia sobre el tema “Hacerse cercanos en la esperanza. Testimonio de religiones y diplomacia de la caridad política”, promovida por la Asociación Internacional de Política Caritativa Pontificia. Treinta años después de su fundación, Religiones y Diplomacia es una organización creada para promover, coordinar y reforzar el diálogo interreligioso, especialmente mediante la colaboración con los distintos embajadores ante la Santa Sede.

Traducir la esperanza en un "acto diplomático”

Ser "cercano" está en el corazón de la diplomacia, según monseñor Gallagher. "Cuando el Papa recibe las credenciales de un embajador", recordó, "estamos encarnando un principio que trasciende la verdadera función protocolaria": acercarse, de hecho, "dar el primer paso hacia el otro, acortar la distancia", como recordaba el Papa Francisco. La diplomacia de la Santa Sede, explicó Gallagher, se basa en una "neutralidad activa", que no significa desinterés, sino compromiso al servicio de la estabilidad humana y del "bien común", más allá de "intereses particulares", bloques geopolíticos y esquemas ideológicos, "hoy, por otra parte, cada vez menos identificables". La parábola evangélica del Buen Samaritano se convierte así en un modelo de acción: "asumir una responsabilidad concreta y duradera por el hombre herido", uniendo visión y acción, principios y personas. Esta perspectiva se refleja en la práctica de la diplomacia papal, desde el papel desempeñado, por ejemplo, en el acercamiento entre Estados Unidos y Cuba, hasta el proceso de paz en Colombia, pasando por la paciente construcción de las relaciones con Vietnam y China. Cada intervención de la Santa Sede, subrayó el arzobispo, está orientada a promover el bien común y traduce la esperanza en un "acto diplomático" concreto. No un mero "optimismo ingenuo", sino una acción basada en la "evaluación de los riesgos", que rechaza la "resignación" y la suposición de que no hay espacio para el diálogo y la transformación de las situaciones "más cristalizadas".

Entre la urgencia y la perspectiva a largo plazo

La diplomacia vaticana opera en dos niveles temporales: por un lado, responde a las urgencias inmediatas -crisis, conflictos, emergencias-; por otro, mantiene una visión a largo plazo, no vinculada a los ciclos electorales. "No es un lujo, sino una necesidad estratégica", señaló el Secretario de Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales, porque sin una esperanza más amplia, las soluciones siguen siendo frágiles. Refiriéndose a los conflictos y tensiones que asolan el contexto geopolítico, Gallagher reconoció las dificultades de los procesos de mediación y la complejidad de la "estabilización global". Paralelamente, se refirió a los retos de la aceleración tecnológica y la crisis ecológica, que requieren "nuevos marcos de cooperación" que no pueden ser elaborados por un solo Estado y a menudo son difíciles de aplicar. Estos problemas podrían convertirse en "catalizadores" del multilateralismo, pero no siempre es así.

Diálogo, escucha y costes morales

Mantener relaciones con la mayoría de los países del mundo, señaló, conlleva a veces el riesgo de ser percibido como "demasiado complaciente con los regímenes autoritarios". Sin embargo, la presencia diplomática es "la única manera" de influir en sistemas a los que de otro modo "sería difícil llegar". La autoridad moral de la Santa Sede -derivada de no tener intereses materiales que defender- le permite recordar principios éticos "incluso cuando resulta incómodo". La escucha, sin embargo, "no siempre está garantizada": los llamamientos pueden quedar desoídos, especialmente cuando chocan con "intereses geopolíticos inmediatos". Además, las decisiones en materia diplomática pueden conllevar "elevados costes morales". Casi nunca se trata de elegir entre "el bien absoluto y el mal absoluto". En este sentido, la neutralidad puede verse como un obstáculo cuando los contextos exigen "posturas más claras": pero la convicción de mantener los canales abiertos puede conducir, en última instancia, a "intervenciones más eficaces que las condenas públicas".

Migración, paz y multilateralismo

Entre los temas tratados, Gallagher se refirió a la migración, que debe abordarse con un "enfoque integral" capaz de analizar las causas profundas y transformar la emergencia en un recurso. En cuanto a los conflictos armados y la "tercera guerra mundial en pedazos" evocada por el Papa Francisco, el arzobispo llamó a desarrollar una "teología de la paz" que vaya más allá de la simple ausencia de guerra para construir relaciones justas entre los pueblos. El diálogo interreligioso sigue siendo entonces un ámbito privilegiado para la diplomacia papal, al igual que la promoción del multilateralismo, no por ideología, sino por convicción: "Los desafíos globales, desde la pandemia a la crisis climática, no pueden afrontarse en solitario".

La exposición del Jubileo

Al margen de la conferencia, es posible visitar una exposición de obras de arte que se remontan, algunas, al Año Jubilar 2000 y otras al actual Año Santo. Proceden de todo el mundo, han sido elegidas por los embajadores ante la Santa Sede de diversos países, y representan ideas, predicciones, de cómo será el mundo venidero. Entre las 2025 obras, destaca una de Japón, creada exclusivamente mediante Inteligencia Artificial, superponiendo varias imágenes entre sí.

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14 octubre 2025, 14:30