El olivo de la Expo de Osaka, un regalo que echa raíces en el futuro
Maria Milvia Morciano - Ciudad del Vaticano
"Ofrecemos ahora una oración de bendición, con la esperanza de que este olivo eche raíces, extienda sus ramas, dé frutos abundantes y produzca el fruto de la paz y la esperanza en los corazones de muchos”. Con estas palabras, el cardenal Thomas Aquino Manyo Maeda concluyó la ceremonia de bendición de uno de los olivos donados por el Pabellón de la Santa Sede de la Expo 2025, celebrada ayer, lunes 17 de noviembre, en la catedral de Santa María de Osaka-Takamatsu. El árbol, presente en la Exposición Universal en memoria del 80º aniversario de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, plantado en el jardín frente a la catedral, se convierte ahora en un signo vivo de reconciliación y memoria.
Las autoridades presentes
A la celebración asistieron el embajador saliente de Japón ante la Santa Sede, Chiba Akira, que ha seguido el proyecto desde sus primeras fases, el maestro y director de orquesta Tomomi Nishimoto, protagonista del concierto oficial del Día Nacional de la Santa Sede en la Expo 2025, el director del Pabellón de la Santa Sede, Stefano Riccardi, y el párroco de la catedral, el padre Nuno Lima.
El valor diplomático de la iniciativa
En su intervención, Stefano Riccardi destacó el alcance simbólico del evento: «Estos olivos han sido un elemento central de nuestro pabellón, un signo sencillo pero muy poderoso de la voluntad de la Santa Sede de tender puentes de diálogo. La diplomacia cultural es una herramienta esencial para acercar a los pueblos, y la presencia de la Santa Sede en la Expo 2025 ha sido un llamamiento universal a la paz. Ver hoy cómo estos árboles encuentran una nueva vida en Japón refuerza el profundo vínculo que une a la Santa Sede y a Japón».
El segundo olivo en Hirado
Hoy, 18 de noviembre, se presentará un segundo olivo en Hirado, en la prefectura de Nagasaki, lugar central en la historia de las relaciones entre Japón y la Santa Sede. Los árboles, custodiados durante los meses de la Exposición, se entregan así a las comunidades locales para que custodien su mensaje.
Puentes de paz
El maestro Nishimoto ha definido los olivos como «puentes de paz», ofrecidos no solo como un regalo, sino como un gesto de responsabilidad: signos destinados a perdurar más allá de los días de la Expo y a echar raíces, de manera concreta y simbólica, en tierra japonesa. La sobria e intensa ceremonia de Osaka-Takamatsu renueva así un vínculo histórico, ofreciendo al país un nuevo símbolo de memoria y esperanza.
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