Religiosos en Roma reflexionan sobre abusos y vida consagrada
Salvatore Cernuzio - Ciudad del Vaticano
Las comunidades frágiles de religiosas en África Subsahariana, las iniciativas de protección en Francia y Alemania –entre investigaciones, escándalos y reparaciones–, los casos de abuso –no solo sexual, sino también de poder y de conciencia– en conventos y monasterios, donde a veces se experimentan "conflictos, asimetrías de poder, marginaciones, relaciones no equilibradas". También, el nuevo frente digital con problemas de privacidad, grooming (acoso online) y sobreexposición, los itinerarios psicológicos, las iniciativas de protección puestas en marcha en las Iglesias del mundo y adaptadas a las necesidades culturales. El taller sobre el tema "Construir Comunidades que Tutelan la Dignidad", promovido en Roma por la Pontificia Comisión para la Tutela de los Menores y que comienza hoy, 17 de noviembre, hasta el miércoles 19, es un valioso espacio de escucha y de intercambio de experiencias personales y comunitarias.
En el Palazzo Maffei Marescotti, sede de Tutela Minorum en el centro de la Ciudad Eterna, se reúnen unos sesenta representantes de diversas conferencias de religiosos y religiosas e institutos de vida consagrada, apostólica y contemplativa. Provienen de 20 naciones y "han afrontado largos viajes y desplazamientos exigentes", como señaló al inicio de su intervención el presidente de la Pontificia Comisión, monseñor Thibault Verny: "Esto demuestra la importancia que atribuyen al tema".
Variedad de experiencias y procedencias
El aplauso tras la lectura del mensaje del Papa León XIV dio inicio a los trabajos, moderados con dinamismo y creatividad por Patrizia Morgante, e intercalados con oraciones, cantos, pausas de silencio y, sobre todo, el diálogo entre los participantes y con los ponentes (algunos conectados por Zoom) para expresar dudas, necesidades o profundizar conceptos útiles para sus realidades. Un "trabajo en equipo", lo definió Verny; un trabajo entre carismas que "viven o desempeñan su ministerio en países diferentes al de origen". Y es precisamente "esta diversidad de experiencias, lenguas y contextos eclesiales" lo que recuerda "que la protección no es una tarea local, sino un compromiso universal de la Iglesia".
En preparación para el tercer Informe Anual
El taller, añadió el arzobispo, es también "un paso significativo" por ser el primer encuentro internacional que la Comisión dedica a apoyar a los institutos religiosos en la preparación del Informe Anual, el tercero después del presentado el pasado 16 de octubre, y en el que participarán 40 comunidades religiosas. El Informe, precisó el arzobispo, "no pretende añadir una carga administrativa", sino que quiere ser "una oportunidad" para ayudar a "reconocer puntos fuertes y débiles", promover "la atención hacia los miembros más vulnerables" y reforzar "la calidad de la formación". Este camino "no se puede recorrer en solitario", concluyó Verny. Es un "camino sinodal", se hizo eco el secretario de la Comisión, monseñor Luis Manuel Alí Herrera; "un camino respetuoso" a través del cual con "transparencia y delicadeza" miramos al "tesoro de la vida consagrada" haciéndola protagonista.
Por su parte, la secretaria adjunta, Teresa Morris Kettelkamp, recordó las directrices de salvaguarda de la Comisión, ancladas en el Evangelio: responsabilidad y liderazgo, colaboración y escucha, acompañamiento a supervivientes y familias, gestión correcta de los casos, respuestas claras, receptividad cultural. El trabajo realizado hasta ahora en las diversas regiones del mundo confluirá en un amplio documento. Se entregará al Papa "una versión final". "Final, pero no definitiva –dijo Kettelkamp–, porque no hay nada conclusivo en el mundo de la salvaguarda".
Un cambio también en la sociedad
El objetivo fundamental, explicó Stefano Mattei, director de políticas de Tutela Minorum, es "impulsar el cambio" no "solo" para proteger a los menores en la Iglesia, sino para "poner todo el trabajo al servicio de las sociedades". "En un momento en el que las prioridades de la política internacional tienen otras direcciones, se trata de poner el peso de la Iglesia al servicio del cambio cultural para proteger a los niños y a los vulnerables". Un trabajo que la Iglesia puede realizar gracias a su capilaridad, la riqueza de carismas y su presencia en diferentes contextos.
Las causas de los abusos
Muy apreciada en la sala fue la intervención del padre Krzystof Gierat, claretiano y jefe de oficina del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. "Todo camino de protección nace de un rostro, de una historia concreta que pide escucha, verdad y cuidado", comenzó diciendo. En este sentido, "la protección no puede ser tratada como un elemento técnico añadido, no es un protocolo que deba acompañar a la vida consagrada", sino una acción evangélica, teológica.
Detallado y concreto fue el análisis del padre Gierat sobre las causas de los abusos en la vida religiosa, comenzando por la ausencia de un "sistema sano" de relaciones. Una comunidad puede tener "protocolos impecables", pero luego existen autoridades ambiguas, jerarquías "informales" dictadas por la procedencia geográfica, agresividad, relaciones insanas, señales no percibidas, conflictos ignorados. "Incluso sin intenciones malvadas, todo esto se convierte en terreno fértil para el abuso". "La protección comienza por la calidad del ambiente que respiramos juntos", reiteró el religioso, proponiendo los pasos a seguir: vigilar las relaciones de autoridad, evitar dependencias afectivas y espirituales, supervisar los límites relacionales y garantizar la transparencia.
El entorno digital, un frente "ineludible"
El mismo Gierat inició la reflexión sobre el frente "ya ineludible" que es el mundo digital, del que la vida consagrada no está exenta. Hay redes sociales, chats, sitios web y, en consecuencia, problemas con la gestión de la imagen pública, la exposición, la privacidad, y riesgos como el grooming digital (captación online). "La protección no se juega solo en los pasillos de los conventos, sino también en los espacios virtuales", remarcó el claretiano.
En su intervención, insistió también en la "formación integral, espiritual y psicológica" de los superiores: "Una autoridad transparente, evangélica y servicial es el primer baluarte de protección. Muchos abusos nacen de autoridades que se dejan solas y no están adecuadamente formadas. Y todo abuso nace de la falta de discernimiento comunitario".
Las experiencias en Francia y Alemania
Para concluir la sesión de la mañana, intervino online la hermana Véronique Magron, quien ilustró el trabajo realizado por la Corref (Conférence des religieux et religieuses en France), de la que es presidenta. En particular, la hermana sugirió el enfoque que debe adoptarse con toda "hermana" víctima de abusos: "Las primeras palabras deben ser: te creo, no estás sola, te apoyaré y haré todo lo que necesites. Hay que hablar con sinceridad, de lo contrario es imposible establecer diálogo y confianza". El segundo paso es "trabajar por cualquier forma de justicia", "involucrando" a las víctimas en cada proceso, sin minimizar nunca los casos.
Una visión del trabajo realizado, esta vez en Alemania, por la Conferencia de Superiores Mayores fue ofrecida por el hermano Andreas Murk, ministro provincial para la provincia alemana de los frailes menores. En su intervención ofreció datos y cifras, a partir de una encuesta de 2019 que informaba de 1.412 personas que se dirigieron a la Conferencia para decir: "Yo he sido abusado".
Además, Murk habló de la Unabhängige Kommission für Anerkennungsleistungen (UKA), comisión que se ocupa de las indemnizaciones a las víctimas de abusos por parte del clero. Las compensaciones alcanzan incluso los 20.000 euros. "¿No se corre el riesgo de que haya acusaciones falsas solo para obtener dinero?", se preguntó durante uno de los momentos de debate. "Durante décadas se ignoró a las víctimas, ahora debemos centrarnos en ellas", dijo el hermano Andreas. "En mi provincia una o dos acusaciones eran infundadas, otras 40 sí lo eran y de estas solo 5 pidieron dinero. No todos vienen a nosotros por dinero, solo quieren un reconocimiento". Por último, el hermano Murk lamentó el hecho de que "algunas comunidades se niegan a abordar el tema de los abusos, siguen sin tener la sensibilidad necesaria. Nuestro deber es ser activos en este campo y también incómodos".
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