México celebra la Navidad XVII con identidad rarámuri
Patricia Ynestroza - Ciudad del Vaticano
Roma se llenó de canto infantil, de historia milenaria. En la XVII edición de la Navidad Mexicana en el Vaticano, México escribió un capítulo inolvidable: por primera vez, el estado de Chihuahua fue invitado de honor para presentar su identidad, y lo hizo llevando como estandarte la voz pura de las niñas rarámuri, la creatividad de sus artesanos y el talento de artistas que encarnan la esencia más profunda de la Sierra Tarahumara.
Música y tradición indígena
Desde su llegada a Roma, la delegación encabezada por la gobernadora María Eugenia Campos fue recibida con calidez. La misa inicial en la Basílica de San Salvatore in Lauro marcó el tono espiritual de una semana que celebraría la fe, el arte y la diversidad. Pero fue el concierto “De Chihuahua para el mundo: raíces, sonidos y emociones” el que encendió verdaderamente el corazón del Vaticano.
En un escenario barroco que ha visto desfilar siglos de historia, un coro de niñas rarámuri del internado Yermo y Parres—acompañadas por suor Cecilia Gardea, quien vive con ellas, las cuida y las forma—interpretó cantos en español y en su lengua materna. Sus voces cristalinas, nacidas en las profundidades de Carichí, se elevaron hacia las bóvedas romanas como un puente cultural que deleitó a los asistentes. A su lado, Romeyno Gutiérrez, el primer pianista indígena de México, desplegó un virtuosismo que fusionó tradición y modernidad. Y el reconocido Conjunto Primavera añadió ese pulso chihuahuense que convirtió la velada en una auténtica fiesta de identidad. El concierto terminó con una posada que hizo sonreír a Roma: piñatas, villancicos mexicanos y una alegría que, lejos de sentirse foránea, encontró eco en una ciudad que entiende el valor de la tradición.
La Sierra Tarahumara brillando en: 100 Nacimientos del Vaticano
Pero el momento histórico llegó en la Plaza de San Pedro. México participó por primera vez en la muestra internacional de los 100 Nacimientos del Vaticano, y lo hizo con una obra rarámuri creada por artesanos de la Sierra Tarahumara. La pieza, sobria y espiritual, retrata la grandeza de las montañas chihuahuenses y la profundidad de un pueblo que entiende lo sagrado desde la humildad. La gobernadora Campos lo describió como “un mensaje de luz para el mundo” y subrayó que la esperanza se multiplica cuando se comparte.
Detrás de esta puesta en escena monumental está la visión artística de la arquitecta Brenda Nava, quien diseñó la narrativa visual que trajo la Tarahumara a Roma. Su labor permitió que cada pieza de los dos nacimientos dialogara con la identidad espiritual del Vaticano sin perder su raíz chihuahuense.
De Carichí al Vaticano: la identidad rarámuri
Los días siguientes incluyeron la inauguración de una muestra fotográfica en Vía de la Conciliación —icono del acceso a la Basílica de San Pedro— y una exposición cultural, gastronómica y pictórica en el Complejo del Santo Espíritu en Sassia, donde Chihuahua ofreció sabores, colores y relatos que conquistaron a los presentes.
La diversidad une
La presencia de los pueblos originarios, la emoción en las voces de las niñas, el talento de los artistas y el abrazo entre culturas hicieron de esta Navidad Mexicana un evento sin precedentes. Chihuahua no solo llegó al Vaticano: lo iluminó con su esencia. Y en el eco de la Plaza de San Pedro quedó un mensaje que viajó desde la montaña hasta el mundo: la diversidad une, la fe abre caminos y la cultura mantiene viva la esperanza.
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