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Encuentro con motivo de la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe en el Vaticano Encuentro con motivo de la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe en el Vaticano

Rodrigo Guerra: “María de Guadalupe, Madre del Pueblo fiel”

El Secretario de la Pontificia Comisión para América Latina, durante el encuentro con ocasión de la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe en el Vaticano, reflexionó sobre la necesidad de la recuperación mariológica de la eclesiología y la importancia que tiene María de Guadalupe como ejemplo de cercanía materna.

Vatican News

“María se hace cercana en la vida real del Pueblo de Dios”, lo recordó el Secretario de la Pontificia Comisión para América Latina —Rodrigo Guerra López— en su intervención en el encuentro de sacerdotes, religiosas, religiosos y seminaristas latinoamericanos que estudian en Roma, realizado este 12 de diciembre en la Nueva Aula del Sínodo, con motivo de la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe.

Rodrigo Guerra reflexiona sobre la necesidad de la recuperación mariológica de la eclesiología y la importancia que tiene María de Guadalupe como ejemplo de cercanía materna que debe animar tanto la reflexión teológica como el dinamismo evangelizador. El título de su disertación fue: “María de Guadalupe, Madre del Pueblo fiel”

“Ella es aquello a lo que todos somos convocados —precisó Guerra López—. Cuando imaginamos cómo debe ser la Iglesia, cómo habría que purificarla, cómo es preciso actualizarla, cómo debe ser transformada para que testimonie a Cristo y anuncie el Reino en el mundo de hoy, no podemos olvidar que María es ‘typo’ de la Iglesia, es decir, María es la Iglesia tal y como esta debe de ser”.

Y reflexionando sobre “María y la capacidad operativa de la gracia”, reconoce que “cuando miramos nuestra frágil condición, y rememoramos todas nuestras luchas, pecados e inconsistencias, es oportuno que caigamos en la cuenta de nuestra verdad: nuestra colaboración con la gracia suele ser muy poca. Pero en María no ocurre esto. Ella es total apertura y disposición para que la gracia inunde la vida toda, y la transforme”, dijo.


El Secretario de la Pontificia Comisión para América Latina hizo también alusión a un déficit mariológico en la reflexión eclesiológica, que “en algunas ocasiones va aparejado a un implícito, y a veces explícito deseo de introducir reformas organizacionales y redistribuciones ministeriales que respondan más a nuestros proyectos, a nuestras herramientas socio-analíticas y a nuestras convicciones filosófico-culturales, que a una profundización de la naturaleza de la Iglesia como cuerpo de Cristo, que siempre será más que la suma de sus miembros o de sus comunidades”.

Planteando “que una recuperación mariológica de la eclesiología y de la cristología, nos puede ayudar a no caer en moralismos crispados o taimados”. Para ello propuso algunas interrogantes: ¿la relación entre María y la Iglesia será la propia de un colectivo que debe tener una inspiración piadosa? ¿Acaso la Virgen debe ser un recurso retórico para finalizar mensajes, exhortos y homilías? ¿Habrá sido un error vincular tan profundamente a la Virgen María con el resto de la eclesiología del Concilio Vaticano II? ¿Reconocer a María como “Madre de la Iglesia” responde más bien a un cierto sentimentalismo o a una metaforización devota? 

Y destaca la imagen de María de Guadalupe en la reciente Nota doctrinal “Mater populi fidelis” del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. “Merece ser atendido es que, en el corazón de la exposición, justo cuando se explica que María es verdadera ‘madre de los creyentes’, el Dicasterio nos ofrece dos parágrafos dedicados a subrayar la forma como María se hace cercana en la vida real del Pueblo de Dios. En estos parágrafos se coloca como ejemplo elocuente de cercanía, el caso de la manifestación de María de Guadalupe a san Juan Diego en el Tepeyac”:

El parágrafo 43 dice así: “La presencia de las diversas advocaciones, de las imágenes y de los santuarios marianos manifiestan esa maternidad real de María que se hace cercana a la vida de sus hijos. Sirva como ejemplo la manifestación de la Madre al indio san Juan Diego en el monte del Tepeyac. María lo llama con las palabras tiernas de una madre: «Hijito mío el más pequeño, mi Juanito». Y, ante las dificultades que san Juan Diego le manifiesta para llevar a cabo la misión encomendada, María le revela la fuerza de su maternidad: «¿No estoy yo aquí, yo que tengo el honor de ser tu madre? […]. ¿Qué no estás en mi regazo, en el cruce de mis brazos?».

“Estas palabras no buscan subrayar unilateralmente un cierto momento emocional o devocional sino mostrar que María de Guadalupe anuncia al ‘verdaderísimo Dios por quien se vive’, a través de la cercanía concreta de un encuentro. Este encuentro es experiencia de maternidad real para el pueblo fiel”, expresó Rodrigo Guerra.

Y finaliza respondiendo a la pregunta: ¿Por qué la nota doctrinal nos coloca este ejemplo? Para ello afirma “que en buena medida responde a la necesidad de recuperar la conciencia que la vida de fe, sencilla y popular, tiene una primacía sobre el discurso reflexivo, por más erudito que sea. La fe del pueblo sencillo no es una teología diluida a la medida de nosotros, los fieles laicos, ni una suerte de concesión generosa y piadosa ante la incultura de quienes no han estudiado en una gran facultad de teología. La relación es justo inversa: la proclamación cercana y afectuosa del evangelio a través de María es medida y norma para la incursión teológica, no viceversa”.

 

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13 diciembre 2025, 14:01