El Papa León XIV: Nadie se perderá, porque el amor de Dios alcanza a todos
Patricia Ynestroza - Ciudad del Vaticano
En el marco de la Conmemoración de todos los fieles difuntos, el Papa León XIV subrayó que el corazón del Evangelio es la certeza de que “nadie se pierde para siempre, porque la voluntad de Dios es que todos tengan vida”. “La voluntad del que me ha enviado es que yo no pierda nada de lo que él me dio, sino que lo resucite en el último día” (Jn 6,39), recordó el Papa citando el Evangelio de san Juan. Estas palabras, explicó, revelan la preocupación profunda de Dios por cada ser humano: que todos encuentren su lugar en la plenitud del amor divino.
Una comunión que abarca todas las diferencias
León XIV relacionó la Fiesta de Todos los Santos, celebrada el día anterior, con la Conmemoración de los Difuntos, presentándolas como dos dimensiones de una misma realidad: la comunión universal del amor de Dios.
La Solemnidad de Todos los Santos, dijo, es la fiesta que celebra la comunión entre todos los hijos e hijas de Dios. El deseo de participar en la vida divina está inscrito en el corazón humano y se manifiesta como búsqueda de reconocimiento, atención y alegría. Y luego citó al Papa Benedicto XVI cuando escribió al respecto:
Memoria y esperanza ante la muerte
El Pontífice señaló que el recuerdo de los difuntos no es un ejercicio de nostalgia, sino un acto de fe y esperanza. “Sin la memoria viva de Jesús —advirtió—, cada vida corre el riesgo del olvido; pero en Él, incluso quien no tiene quien lo recuerde conserva su infinita dignidad”, y añadió:
La voz que viene del futuro
Al final del Ángelus, León XIV invitó a los fieles a que la visita a los cementerios no sea solo un momento de silencio o nostalgia, sino una afirmación de fe en la resurrección. “Cuando profesamos: ‘Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro’, conmemoramos el futuro —dijo—. No vivimos encerrados en el pasado ni en el presente, sino abiertos a la vida nueva que Cristo promete”. Con un tono esperanzador, el Papa aseguró que la voz de Jesús nos llama por nuestro nombre y nos prepara un lugar donde el amor vence a la muerte. “Que María, mujer del Sábado Santo, nos enseñe a seguir esperando incluso cuando todo parece perdido”, concluyó.
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